Ya somos la avanzadilla de la civilización occidental frente al sátrapa comunista que se pasea sin pelo en el pecho y a lomos de un jaco trashumante mientras amenaza con destruir nuestro sistema de vida. Y somos, al mismo tiempo y en el mismo lugar, la exquisita suma de la alta costura en rojo y blanco subida a las zapatillas de esparto made in Spain.
Vladimir Putin intentó, al igual que Nikita Kruschev, pertenecer al selecto club de los hombres libres pero los noes repetidos terminaron por convencerlos que siempre habría dos Europas construidas y gerenciadas desde el otro lado del Atlántico.
¿Se puede pedir más?. No, que el despertar de los vapores etílicos absorbidos en demasía llevan a un despertar de resaca económica acompañada de augurios apocalípticos. Siempre es al día siguiente. Lo mismo que ocurre con esos amores de madrugada, cuando la luz del amanecer te llevan a descubrirlos sobre la almohada que tenías como tuya.
El mismísimo jefe de la Legión atlántica, siempre a refugio de contingencias inesperadas, en el amoroso vientre de “ la bestia” a prueba de misiles, nos manda dos cruceros más a la costa que vota izquierda pero que desea a los marines de la derecha, por aquello del trabajo; y para demostrar que son de paladar exquisito y han ido a buenos colegios, el rubio británico que imita a Andy Warhol y el moreno galo que es un Asterix sin bigote y siempre con la pócima de la V República en el blanco Hermés de su “ Primera Dama”, se lanzaron, en solitarios paseos, a degustar las autenticas joyas de la Corona española que se encierran en esa caja de resonancias universales que es El Prado.
Si Rusia era culpable de todos los males durante el franquismo, ¿ existe alguna razón para no utilizar la misma excusa en estos tiempos de zozobra?. En Ucrania se han abierto las puertas del Apocalipsis bíblico, aquel que retomaron Malaquías, el santo, y Nostradamus, el brujo. Las cuartetas en clave tienen hoy nombre de misiles, de tanques, de la eterna destrucción y muerte de hombres y mujeres a mano de otros hombres y mujeres. La misma guadaña negra empuñada por Max von Sydow en este remake del “ Séptimo sello” que debería escribir en imágenes el genio de Ingmar Bergman.
Desde los púlpitos económicos del BCE de la mística Lagarde y del FMI que administra la oficiante Georgieva ya no abren y destripan a las ocas, lo hacen con las hojas de cálculo de las deudas públicas, los precios de la energía y las tasas de crecimiento de los países. Nos anuncian el desastre con la misma tranquilidad con la que nis hablaban de la salida de la crisis en la que llevamos veinte años y un día.
Tal vez para que confesemos todos nuestros pescados pasados, presentes y futuros; tal vez para que aceptemos la extensión de la guerra a otros escenarios; tal vez para que culpemos de nuestras desgracias a aquellos que, siendo nosotros, los han convertido en aquellos a los que odiar. Es el primero de los mandamientos que llevan a matar y morir: ese que tenemos enfrente, que sufre de la misma “ enfermedad” que nosotros, es el enemigo.