Han sido grandes en sus excesos pero también en sus menudencias que han acabado por convertir en marca acreditada y reconocida mundialmente, desde la pasta a la pasta en cualquiera de su multitud de variedades.
Su belleza es arte, su exageración gestual es norma, su elegancia es seductora y sus mujeres son eternas porque forman parte de una historia labrada en el Coliseo , en sus bacanales , en sus batallas y conquistas e incluso en sus derrotas. Cualquier otro país con esa tradición habría construido más psiquiátricos que restaurantes , pero Italia se ha salvado de esa terapia necesaria porque siempre ha sabido vivir con sus contradicciones sin avergonzarse de ellas
Hablo con envidia de nuestros vecinos más similares, porque han superado, a pesar de sus politicos de entonces, el terrorismo de las brigadas Rojas y los asesinatos la mafia siciliana, mediante la accion de la justicia sin pactar ni aliarse con esa gentuza.
La Democracia Cristiana de entonces tolero el asesinato de Aldo Moro, y sus dirigentes se besaron con los mafiosos de la Cosa Nostra, pero alli al menos se creo un pool de jueces antimafia que arriesgaron y algunos perdieron su vida por perseguirlos y encarcelarlos.
Giuseppe di Lelo, Leonardo Guarnotta, Giovanni Falconne y Paolo Borselinno, fueron algunos de esos servidores públicos perseguidos y alguno, como Falcone, asesinado por la Mafia.
En España también murieron bajo las balas del terrorismo de ETA Carmen Tagle, Luis Portero o Francisco Tomas y Valiente en un tiempo en el que los jueces y fiscales eran el muro salvador de la ley frente al crimen.
Hoy algunos jueces y fiscales prefieren ser políticos y manchan sus toga con el polvo de la indignidad cuando no defienden su independencia y se pliegan a las consignas que les dicta el que, con la desvergüenza que le caracteriza , presume de controlarlos.
Ese es el primer paso que se da y la primera traición que se comete cuando un político, en connivencia con algunos jueces, decide convertir la ley en papel mojado y las libertades en una añoranza del pasado.
En ese momento el estado de derecho deja de ser un patrimonio de los ciudadanos para convertirse en La cosa nostra de un gobierno.
A veces pienso que cuando Mario Draghi llamó Antonio a Pedro Sánchez no fue una confusión.