Siete meses después en Ucrania se vuelve a la casilla de salida dejando atrás miles de muertos y centenares de pueblos destruídos. En las regiones de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia se van a celebrar cuatro Refrendum con una sólo pregunta: si sus ciudadanos quieren integrarse en la Federación Rusa. Ganará el sí, por supuesto, y el Gobierno de Kiev y la Comunidad Internacional no reconocerá como válidos esos plesbicitos. Ya ocurrió lo mismo en 2014 con Crimea.
Se van a celebrar entre el 23 y el 27 de este mismo més tal y como han adelantado los presidentes prorusos Denis Puhilin y Vladimir Saldo, que ya han enviado cartas a Vladimir Putin pidiéndole que la integración sea lo más rápida posible. Un nuevo y a la vez viejo escenario que endurecerá aún más la guerra y las represalias por parte de los contendientes.
Rusia, de aceptar la petición “ganadora” podrán decir de forma directa que a partir de esa fecha ya estará defendiendo una parte del territorio de la Federación. Desde Kiev y el resto de países integrados en la OTAN se negará la mayor y se instará, como han hecho el presidente turco y el presidente indio a acabar con el conflicto con una retirada de las tropas rusas de los territorios ocupados.
Plantearé lo mismo que hice al inicio de estos siete meses de guerra; Ni Vladimir Putin puede ganar, ni Vladimir Putin va a perder. O el pueblo ruso o las Fuerzas Armadas rusas o la oligarquía rusa acaba con el inquilino del Kremlin o éste cambiará la actual estructura económica, política y social de Europa; también la del resto del mundo, desde Asía a América del Sur pasando por el Continente africano.
No parece que se den las condiciones para que Putin sea expulsado del poder por lo que sólo cabe dos alternativas para las próximas semanas o meses: una guerra larga, enquistada y muy prejudicial para Ucrania y para toda Europa; o el inicio de conversaciones bajo el paraguas de la ONU tras un acuerdo transitorio de cese de la violencia.
El segundo gran acontecimiento que va a ocurrir en este final de septiembre tendrá lugar el domingo 25 en Italia. Se van a elegir a un total de 600 representantes para las dos Cámaras Legislativas, 400 para el parlamento, 200 para el Senado, exactamente 345 personas menos que en loos anteriores comicios.
La izquierda de Enrico Letta y Giuseppe Conte acabaron con el Gobierno tecnocrático de Mario Draghi y ahora se enfrentan a la más que posible victoria de la derecha conservadora representada por Giorgia Meloni, Matteo Salvini y el incombustible Silvio Berlusconi. Todas las encuestas dan como vencedora a la líder de Hermanos de Italia, que junto con sus dos socios llegarían hoy al 45% de los votos, muy por encima de sus competidores.
Existe un 40% de indecisos, tal y como se afanan en decir los sociólogos y serán éstos, con sus votos o su abstención, los que lleven a un cambio radical en Italia, con consecuencias en toda la Europa comunitaria y también en los compromisos de la OTAN, tanto en Ucrania como en la ampliación hacia Finlandia y Suecia, unos y otros con la incognita de la Turquia de Erdogan y la pposición que tomen los países árabes, tanto los radicales de Irán y Siria como los hasta ahora pro americanos de ASrabia saudí y Emiratos. Una partida de ajedrez en la que la pérdida inicial de algunos peones e incluso torres y caballos no anticipa cúal será el contendientes que de el jaqués mate.
El tercer escenario aparecerá el 8 de noviembre en Estados Unidos, a mitad de la actual Legislatura de Joe Biden, unas elecciones legislativas en las que se renovarán los 435 escaños del Congreso y la tercera parte de los cien del Senado. También se eligirán a gobernadores, fiscales generales, secretarios de estado y hasta tesoreros.
Un cambio que puede ser radical si los republicanos - muchos de los cuales siguen fieles a Donald Trump- cambian los números actuales en las dos Cámaras, en las que los demócratas tienen 222 congresistas frente a los 213 republicanos, mienras que en el Senado existe un empate a 50 que ha ofrecido a la vicepresidente Kamala Harris inclinar las votaciones hacia las propuestas del presidente Biden.
Los norteamericanos van a mirar más a su bolsillo y a las cifras económicas que a la guerra de Ucrania, pero ésta va a estar presente en toda la campaña de estos casi cincuenta días. Gasto militar frente a inflación, restricciós del aborto frente a mayor gasto en sanidad pública.
Dos imágenes de la América más rica y de la más pobre, con tres estados que van a ser clave para modificar el empate en el Senado como son los de Georgia, Arizona y Nevada. De nuevo los sondeos predicen una victoria de los republicanos pero si Biden consiguiera “vencer” en Ucrania y derrotar a Putín todo cambiaría.
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