En España hoy nos gobierna un demente – perdón, tómese una tila antes de responderme – y para él no existen buenos y malos, amigos o enemigos, listos o tontos, demócratas o golpistas, victimas o verdugos: solo acepta a leales hasta la muerte. Para la gente libre que le discute no hay perdón y como el nombre de Joaquín Leguina ha envenenado sus sueños, lo ha expulsado del PSOE bajo la acusación de traidor.
El cántabro madrileño autor de diez ensayos y doce novelas, tiene un prestigio intelectual, académico y una trayectoria política que arrastra desde los años en los que aun vivían Franco y Pinochet, pero esos datos son pecata minuta comparados con los logros alcanzados por alguien como Pedro Sánchez que ha naturalizado el ménage à trois con golpistas catalanes y amigos de los asesinos de ETA.
El pecado de Joaquín Leguina ha sido conservar su dignidad y esa osadía hoy se paga cara en la sede de su partido en cuyos sótanos se ha abierto un panteón de hombres ilustres que aún no han fallecido.
Su segundo pecado consistió en no guardar silencio sobre el reciente desastre (socialista) de Annual , pero el más imperdonable de todos sus excesos ha sido decirte a Pedro Sánchez que “se la suda” lo que haga porque regresará al Psoe cuando ya no esté el actual dinamitero del partido.
Al final de la etapa de Rodríguez Zapatero – cuando nadie sospechaba que a ZP le iba a suceder el parvenu oportunista más guapo, vacío y hortera que hoy es el caudillo de lo que queda en Ferraz, Joaquin Leguina me hizo el honor de presentar en la Sociedad General de Autores mi libro “El Psoe en llamas” , pero aun no sospechaba que en virtud de la ley de Murphy todo podía empeorar
Bertolt Brecht escribió el poema “Malos tiempos para la lírica” en un momento horrible en su país y, salvando las distancias a nuestro favor, nosotros no podemos festejar estos años que ahora vivimos porque desde que se cerraron los manicomios en España allá por el año 1.986 se ha naturalizado la locura silenciosa, al menos en la política.