Les gusta lo que han hecho, y les disgusta lo que han dicho, pero tampoco han comprado la mercancía sin más. Se resisten a admitir lo que se les dice.
UN HUECO POR CERRAR
Se nota en la curva de futuros de tipos del euro, pero es muy evidente en la del dólar. Los norteamericanos se comprometen más y publican las expectativas de tipos de cada uno de sus miembros. Diecisiete de los 19 gobernadores esperan que el nivel máximo en este ciclo supere el 5%. Al BCE hay que interpretarlo.
Dicen que los tipos han de subir “significativamente y a un ritmo constante”. Se deduce que habrá dos subidas de 50 pb en febrero y marzo, y más después. Los tipos superarán entonces el 3%, considerando hasta ahora el máximo del ciclo, y se abre espacio para que en las opiniones quepa, sin mucho esfuerzo, hasta un 4%.
En EE.UU., se puede calibrar la diferencia entre lo que el mercado descuenta y lo que la Reserva Federal proyecta para dentro de un año, y la FED está 75 pb por encima del mercado. Un hueco así habría de cerrarse, y dado que la FED tardará en revisarlo, le correspondería al mercado cerrarlo.
Que no lo haga, evidencia que hay credibilidad por recuperar. Esto nos permite decir que los mercados no van a bajar mucho, y que el dólar no debería depreciarse, pero tampoco nos sorprenderán por su recuperación en las últimas semanas del año. Las convicciones están arraigadas en una recesión leve y en recortes de tipos a finales de 2023 y esto no ha sido alterado en lo sustancial por la dureza de los discursos.
Asentándose ya la idea de que la inflación ha tocado techo, se abrirá en breve el debate acerca de su suelo. ¿Hasta dónde se moderará la inflación?, ¿puede sorprender bajando más de lo que se estima, o puede por el contrario mostrar una seria resistencia a volver a una zona de razonable confort?
MEJOR LA MÁS PROBABLE
Puede criticarse a los economistas por el pobre desempeño en aventurar lo acontecido en 2022 y devaluar sus opiniones de cara a 2023, pero tal y como está el zurrón de las incertezas, más que centrase en niveles concretos, de valor cuestionable, puede ser más útil tratar de evaluar dónde están los sesgos, y, por lo tanto, por dónde pueden venir las sorpresas.
La más probable es que se esté subestimando la severidad de la recesión. El desempleo ha subido de promedio un 3% en las recesiones anteriores y la Reserva Federal, que tiene un buen desempeño en anticiparlas, siempre se ha quedado corta en sus pronósticos de destrucción de empleo.
Ahora, ni uno solo de los pronósticos contempla semejante ajuste del empleo, pero al menos los mercados esperan la contracción. Si se diese el caso, los bancos centrales cambiarían el discurso, y no habría ni tiempo, para las subidas que ahora enfatizan.
Lo que constituiría una sorpresa mayor, sería que la economía global resistiese mejor de lo esperado, y los mercados viesen las puertas abiertas a recuperarse del peor año en un siglo. Durante un tiempo sería estupendo, pero no podría durar mucho, porque entonces, ni las subidas con las que amenazan serían suficientes, ni la recesión posterior sería lo modesta que ahora se pronostica. Si hay sorpresa, mejor la más probable.