Siempre perteneció a la Asociación Profesional de Jueces para la Democracia (, que dicho sea de paso es un título excluyente porque podría entenderse que el resto de los jueces lo son la para la dictadura) y desde esa declaración de principios su trayectoria ha sido acorde con la ley y la protección de los derechos constitucionales y del código penal.
Su actual etapa como ministra de defensa ha merecido elogios y reconocimientos y aunque el chaleco antibalas y el casco que se puso cuando visitó por primera vez una zona bélica no lo había diseñado Giorgio Armani, realizo su misión de forma honorable.
Durante los años que lleva en este gobierno, Margarita Robles ha capeado con inteligencia y habilidad el temporal, aunque en un par de ocasiones se ha visto obligada a hacer equilibrios en el alambre, hasta que, como canta Carlos Puebla “¡ Llego el comandante y mando parar”!
¡Líbreme Dios de comparar a Fidel Castro con Sánchez Castejón! El cubano fusilaba a sus oponentes y el guapito de cara solos los humilla y condena a una muerte civil, y para evitarlo hay gente que pone en riesgo su dignidad.
Estoy convencido de que la jueza (y ministra) Margarita Robles no tenía ninguna intención de meterse en el charco de opinar sobre “las ventajas jurídicas de modificar las penas por malversación” pero Sánchez se lo ha pedido-ordenado, y ella ha tenido que defender la desfachatez jurídica de que “no es lo mismo robar para irse de putas o comprarse un yate que para ayudar al partido a hacer golfadas”.
Sostengo mi convicción de que no lo ha hecho motu proprio, sino por obediencia debida, y me resulta incomprensible porque Margarita Robles no es Patxi López.
Sánchez es la carcoma del partido socialista y disfruta deteriorando la dignidad de las personas honorables , entre otra razones porque escucha los gritos de la tropa sin curriculum que le pide que no afloje en la exigencia de que se inmolen por él .