Ucrania: Regreso al futuro ( 1 )

El Dossier que vió Obama y cambió el futuro de Europa
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El Dossier que vió Obama y cambió el futuro de Europa

lunes 17 de abril de 2023, 21:05h

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En el verano de 2009 el presidente Barack Obama tenía sobre su mesa el Dossier que iba a cambiar la situación en Europa en la segunda década del siglo XXI. Se lo puso delante de su mesa el responsable de Defensa, Robert Gates. Estados Unidos tenía que decidir quién iba a sustituir al Secretario General de la OTAN, el holandés Jaap de Hoop, tras la grave crisis financiera que casi destruye el sistema económico de su país y de Occidente.
Había que elegir y hacerlo bien. La siguiente crisis, de producirse, no tendría como base el sector Inmobiliario. El grueso documento, o mejor dicho,los tres informes que constituían el Dossier, no admitía dudas : la crisis se produciría en el sector energético. El Departamento de Estado que dirigía Hillary Clintón apoyaba el dossier por completo, al igual que el secretario del Tesoro Timothy Geithner. Les apoyaba su compañero de Gabinete y responsable de Energía, Steven Chu; pero sobre todo y al frente de todos los demás integrantes del gobierno que había elegido Obama para su segundo mandato, la Secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, contaba con dos baza claves pàra apoyar al candidato que necesitaba Washington para estar al frente de la OTAN.

El director de la CIA, León Panetta, que dos años más tarde sustituiría a Gates, así como el responsable de la NSA, Charles F. Bolden, hablan revisado el dossier junto a los responsables militares de las Fuerzas Armadas y tenían muy claro lo que para ellos era inevitable: el adversario principal de Estados Unidos desde el final de la II Guerra Mundial seguía siendo Rusia. La caída del Muro de Berlín y la posterior disolución del Pacto de Varsovía, habían debilitado la capacidad económica y militar que se había forjado en torno a Rusia, pero la capacidad nuclear que tenía el Kremlin, gobernado por ex agentes de la KGB como eran el duo que formaban Vladimir Putin y Dmitri Medvedev, les proporcionaba una importancia estratégica en todo el Este europeo, sobre todo en los temas de energia, tan necesarios para sustentar el desarrollo de los países que formaban la Unión Europea.

Era un arma mucho más eficaz que los misiles intercontinentales y las nuevas bombas atómicas de pequeño tamaño y menores cargas de radioactividad. Con la energía y los grandes gasoductos que estaban diseñados y listos para su construcción la Rusia del futuro tendría a Alemania y al resto de Europa en sus manos, a través del suministro de gas a precios muy baratos, con yacimientos inacabables. Lo mismo que estaba haciendo China para mantener su crecimiento y su expansión en Africa y América del Sur tras convertirse en la fábrica del mundo y emplear sus excedentes financieros, ese volumen monstruoso de dólares, euros y yuanes con los que se había convertido en el principal creedor extranjero de los Estados Unidos.

De aquella reunión en la Casa Blanca a la invasión de Crimea por Rusia, con la intención de Putin de asegurarse la salida de su flota al Mar Negro e impedir que una posible entreda de Ucrania en la Unión Europea y en la OTAN terminarán por estrangular por el Este a la Federación Rusa, apenas pasaron cinco años. En ese tiempo pasómás desaparecibida la aprobación del gasoducto que iba a conectar las reservas de gas noruegas en el Mar del Norte con Polonia a través de Dinamarca.

Problemas legales y medio ambientales en los tres países retrasar ON la puerta en marcha del crucial proyecto; el mismo que tras la invasión de Ucrania por las tropas de Rusia en apoyo de las Repúblicas separatista del Donest, terminaron por despejar todas laas dudas. Occidente, Estados Unidos y Europa apretaron el acelerador y el mismo día que el enorme gasoducto que iba a llevar millones de toneladas de gas ruso a Alemania volaba bajo las aguas del Báltico, entraba en funcionamiento la alternativa con final en Polonia. Por medio y para que la voluntad militar estuviera clara desde el principio los dos últimos primeros ministros en los Reinos de Dinamarca y Noruega se sucedieron al frente de la Organización del Atlántico Norte.

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