El candidato/presidente del PSOE ha logrado lo que todas las encuestas consideraban imposible. Ha perdido en escaños y en votos, por los mismos que perdió Felipe González frente a Aznar en 1996.. Prácticamente está en la misma situación que hace cinco años: si quiere mantenerse en La Moncloa necesitará que le apoyen hasta seis partidos distintos, desde Sumar al Bloque Nacionalista Gallego, pasando por los nacionalistas vascos y catalanes que ya le dijeron anoche que el “precio” de sus votos en el Congreso ha subido. Gabriel Rufián, pese a comprobar que el partido más votados en Cataluña ha sido el PSOE de Salvador Illa, ya le ha dicho lo que quiere ERC, y sin duda el JxCat de Carles Puigdemont, un nuevo Referendum , este vez legal, que el secretario general del PSOE puede prometer pero sin fijar fecha, que es lo que quieren los que desean la independencia.
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Pedro Sánchez le apoyará sin dudarlo
Yolanda Díaz, los dos tiene motivos para estar contentos pero también con un sabor amargo en sus ambiciones de repetir el bloque de investidura de noviembre de 2019. Sánchez tiene los mismos escaños que consiguió en abril de 2019, que luego bajaron a 120 en noviembre. Un muy buen resultado cuando tras los comicios de mayo parecía que estaba condenado a una abultada derrota. Les ha demostrado a los suyos, a los que le apoyan y sobre todo a los más críticos, que tenía razón en la urgencia de la convocatoria de elecciones generales.
Controlado el partido, habrá que ver hasta dónde es capaz de ceder ante las peticiones sus socios, que han tardado apenas minutos en la noche electoral para hacérselo saber. Lo más probable: que espere a que transcurra el tiempo y nos vayamos a final de año para buscar más votos, más escaños y hasta una victoria clara frente a Feijóo. Europa ya le conoce y vistos los resultados en las urnas seguro que prefiere seguir - al igual que Estados Unidos - con él al frente del gobierno de España. Es un socio que necesita a la Unión Europea, que necesita al Banco Central y que puede esperar, incluso, a que las cuatro a grandes convocatorias electorales de 2024, desde Ucrania a USA pasando por Rusia y la UE, le hagan una buena parte de su camino político.
El discutido, atacado, vilipendiado y puesto en la picota, incluso por una parte de los propios dirigentes de su partido, ya no tendrá oposición interna. Y también sabe que su socia preferente, Yolanda Díaz, no tiene la fuerza suficiente para exigirle más de lo que ya tiene Sumar o Unidas Podemos en estos últimos cinco años. Ser vicepresidenta es mucho y mantener varios Ministerios aún más.