Ya sabemos que con los 178 votos que recibió en su elección como presidenta del Congreso y la mayoría de seis a cuatro que ostenta la izquierda del PSOE y Sumar frente al PP, Francina Armengol va a permitir que en la sesión de investidura del futuro presidente del Gobierno, sea quien sea el candidato, las intervenciones de los portavoces se hagan en castellano, en catalán, en euskera y en gallego. Hasta es muy posible que se hable en valenciano, en el bable asturiano, en la fabla aragonesa y, abierto el portón hasta en el castuero extremeño. Ninguno querrá ser menos que el que tiene al lado.
El Rey recibirá a los representes de los partidos, les preguntará sobre sus preferencias a la hora de votar y tendrá, necesariamente, que acordar con la presidenta del Congreso a quién propone como candidato: al más votado en las urnas, que es
Alberto Núñez Feijóo, pero que sólo recibió como partido 139 apoyos parlamentarios en la pequeña batalla por quién presidirá durante cuatro años la Cámara Baja; o el político que quedó segundo en las elecciones, con 16 parlamentarios menos, pero que consiguió que fuera su candidata la elegida para convertirse en la tercera autoridad del Reino.
Sólo existe un partido que podría cambiar todo, el PNV con sus cinco escaños, pero no parece que vaya a apoyar a Núñez Feijóo, incluso aunque Vox y Santiago Abascal cambiaran de criterio y pasaran a apoyar al PP. Pasado ese trámite tan sólo queda Pedro Sánchez como candidato elegible.Tan ślo tiene que conseguir, en una posible segunda vuelta, sumar un escaño más de los que tenga la gran derecha ( 171 con PP, Vox y UPN), por eso es tan importante para Felix Bolaños conseguir que la representante de Coalición Canaria se sume al bloque progresista y alcanzar así los 172 votos que permitirían al actual presidente mantenerse en La Moncloa al margen de lo que decida Carles Puigdemont desde su refugio belga.
Un único voto que vale para una Legislatura sin depender de Junts. Con el apoyo de esta parte de los nacionalistas catalanes la historia de los próximos cuatro años comenzará de forma más tranquila pero con una paz muy corta. Vamos a asistir a una Legislatura cargada de batallas autonómicas, de batallas municipales, de elecciones cruciales en el mes de junio y de más de un cambio en la gobernación de más de una de las 17 Autonomías y de más de uno de los 52 grandes Ayuntamientos.
Armengol les va dar a los nacionalistas catalanes, vascos y gallegos la posibilidad de emplear las otras lenguas que, junto al castellano, contempla la Constitución. Ella es una convencida de esos cambios en el uso de los idiomas y lo demostró durante cuatro años al frente del Gobierno de las Islas Baleares. Otra cosa muy distinta será lo que pueda conseguir con su petición a la Comisión y al Parlamento Europeo el actual ministro de Exteriores para que se reconozca en Estrasburgo el uso de nuevas lenguas que abrirían un abanico demasiado grande para una Europa que tiene sus Presupuestos fijados en la ayuda militar a Ucrania.
De las 17 Autonomías que tenemos, tan sólo cuatro pueden presumir de tener garantizados sus propios futuros gracias a las mayorías absolutas que consiguieron sus actuales presidentes: Galicia, Andalucía, Castilla La Mancha y Madrid. Las otras trece dependen de los pactos conseguidos, con Vox como socio principal en la mayoría de ellas, con Murcia a la espera de lo que decida el popular López Miras, que se niega hasta ahora a que Vox tenga presencia en su Gobierno.
Desde el PP insisten en que sea su presidente y ganador en las elecciones el que primero ofrezca su programa de gobierno en el Hemiciclo, aún sabiendo que no va a lograr la mayoría absoluta que necesita en primera votación o la mayoría minoritaria que necesitaría 48 horas más tarde. Ahí es donde aparece como crucial la posición de Coalición Canaria.
Si diera su apoyo a Feijóo y éste llegara a los 172 escaños de apoyo obligaría a Pedro Sánchez a tener que contar con el apoyo de al menos tres de los siete asientos que Junts tiene en el Congreso. Más problemas y más concesiones para Puigdemont, en particular y para el nacionalismo catalán en general. Las matemáticas parlamentarias cambian por completo por la decisión que tome el solitario voto canario.