Los 233.688 votos que llegaron desde el extranjero no cambiaron los resultados en casi ninguno de los distritos electorales. Ese casi era Madrid donde el puesto once de la lista socialista superaba por 1.749 papeletas al puesto dieciséis del PP. Estuvo el partido de
Núñez Feijóo muy cerca de conseguir otro escaño por Girona a costa de la formación de Puigdemont, lo. Mismos que le pasó a los socialistas en Tarragona. Junts se podía haber quedado en cinco representes en el Congreso, por debajo de los siete de ERC pero la suerte les favoreció. El PSOE pasaba de tener 122 asientos a 121 mientras que el PP llegaba a los 137. Una diferencia final de 1.323 votos en la Comunidad de Madrid hacía que Pedro Sánchez necesitara el sí de los siete diputados seguidores de
Carles Puigdemont para mantenerse en La Moncloa. Ya no le bastaba con la abstención de los representantes de Junts.
En su casa belga de Waterloo, lejana por la distancia y cercana por su importancia, el huido ex presidente de la Generalitat mostró su alegría al pequeño grupo que le rodeaba. Ese escaño le otorgaba un poder de negociación con el candidato socialista y presidente en funciones del que carecía en la noche del 23 de julio. Sus siete compañeros “madrileños”, con Miriam Nogueras a la cabeza se convertían ese 29 de julio en la mejor de sus bazas frente a las peticiones judiciales del juez Llarena y sus necesidades de una amnistía real bajo cualquiera de las forma posibles.
A Rodríguez Palacios y a García Adanero les espera un largo camino. Los veinte mil votos declarados nulos por la Junta Electoral Provincial se mantienen en el alero tras los recursos presentados por el PSOE. El camino electoral ya ha pasado por la Junta Central, que negó la revisión; y la judicial, tras esa misma resolución por parte del Tribunal Supremo, está en manos de los once miembros del Tribunal Constitucional y sobre todo de lo que pueda pensar e influir su presidente, Cándido Conde Pumpido. En caso de que se pronuncie a favor de la revisión de los veinte votos declarados nulos, el proceso será seguido con especial atención por todos los partidos. Están en juego dos investiduras y la posibilidad de que hay que repartir las elecciones generales dentro de tres meses.
Desde Cataluña vuelven a tener el control del Gobierno de España. Es una costumbre que viene de lejos, desde los tiempos de Jordi Pujol y Felipe González. Unos pocos votos en Girona y unos pocos más en Tarragona hubieran disminuido la fuerza de Carles Puigdemont y del independentismo. Madrid ha sido la guinda de este pastel electoral que aleja a los ciudadanos de ls política y que necesita ser cambiado para equilibrar, de verdad, la voluntad de las mayorías de españoles. Se quiso premiar a las entonces llamadas nacionalidades históricas perjudicando al resto. De aquellos barros llegaron estos lodos que amenazan con anegar todo el sistema democrático, como si de una DANA política y representativa se tratara.