La clase como elegancia y saber estar no es un valor colectivo, tampoco está en el ADN de las personas ni en la tradición de las sagas familiares. Es sencillamente un don con el que algunos nacen, pero no se hereda ni se contagia.
Solo hay que echar un vistazo fugaz a las familias de alcurnia, a los apellidos compuestos y a las fortunas heredadas de varias generaciones para constatar que la naturaleza es caprichosa y más aún en estos tiempos de identidades confusas en los que cualquiera que hasta ayer fuera un tonto a las tres, si se tiñe el pelo, quema su ropa vieja, la cambia por otra marca y se auto percibe como un miembro de la beautifull people, consigue el reconocimiento de una parte de la sociedad..
Este fenómeno empieza a tener alcance de epidemia porque está afectando a ciudadanos que hace diez años no se habrían dejado hipnotizar por charlatanes que no le llegan a la altura del metatarso, pero alguna explicación debe tener esta reacción que lleva a la gente pensante a adorar un becerro que ni siquiera es de bronce.
Discuto poco y discrepo lo indispensable porque pretendo conservar algunos amigos y me aburre soberanamente la gente que insulta a ciudadanos que algún día hicieron algo bueno por España.
Citar por sus nombres y apellidos a antiguos dirigentes del PSOE para llamarles fascistas o decir que son de VOX porque critican tímidamente al gobierno de Sánchez es una forma cobarde de despreciar a los históricos que ya no dependen de la mamandurria del cargo oficial ¿verdad, Patxi?
Me molesta soberanamente la utilización incorrecta del lenguaje, y eso me pasa cuando me enfrento a la torticera asignación de calificativos que no se corresponden con la realidad del castellano. El uso del término fascista referido a viejos dirigentes del PSOE solo puede responder a la incultura o al odio mal digerido …pero ¡allá ellos!
A mí me importa la correcta utilización del castellano , no el número de radicales de derecha sobrevenidos que cada día va descubriendo el Partido de Sánchez de hoy en las filas del PSOE de ayer.
Pero ya se sabe que si perteneces a un partido político disentir es un deporte de riesgo, pensar por si mismo una osadía, matar al padre un rito ancestral, creer en los compañeros , un chiste sin gracia y morir con dignidad, una misión imposible.