Sin las elecciones autonómicas del 18 de febrero, la crisis medioambiental de los mil millones de pélets vertidos al mar a mediados de diciembre tras la caída de seis contenedores que transportaba el buque Taconao, se habría resuelto de la misma manera que se ha hecho en Asturias, con Gobierno socialista, o en Cantabria con Gobierno popular. Es la batalla política por ganar en las urnas la que ha hecho que el presidente gallego Alfonso Rueda se haya enfrentado a la vicepresidenta del Gobierno central, Teresa Ribera, y al ministro de Agricultura y medio Ambiente, Luís Planas. Más allá de esta crisis puntual está el laberinto de los paraísos fiscales desde los que se maneja el transporte marítimo mundial.
El Partido Popular quiere mantener la mayoría absoluta conseguida en 2020, a ser posible sin la presencia de Vox, mientras que desde la izquierda gallega sueñan con un futuro Gobierno de la Xunta que saldría de una nueva mayoría que conseguirían entre el Bloque Nacionalista y el Partido Socialista. Para estos dos últimos la presencia de Sumar, por un lado, y de podemos, por otro, lo único que hace es dificultar aún más esa posibilidad de cambio. Las culpas se dirigen de manera directa a la vicepresidenta segunda Y
olanda Díaz, más empeñada en terminar de destruir a Podemos que en ofrecer una alternativa real al conjunto de la derecha gallega.
Será a mediados de febrero cuando se resuelva la guerra política y sus consecuencias a nivel del Estado, con ventajas e inconvenientes para Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. Lo que no se resolverá, por estar muy lejos de los poderes reales de ambos y de España es el laberinto comercial, económico, industrial y financiero en el que se mueve la mayor parte del transporte marítimo mundial, y que hace muy difícil, por no decir que imposible, legar a los últimos responsables de los desastres, como fue del del Prestige en las mismas costas hace 21 años o éste de los microplásticos de bolitas no mayores de cinco milímetros de diámetro.
El buque Toconao, como tantos otros, está matriculado en Liberia, pero radicado en las islas Bermudas y con domicilio fiscal en Chipre. Paraísos fiscales que ayudan a la opacidad de las operaciones. El armador es la compañía Polar 3LTD, que a su vez es una subsidiaria de Columbia Ship Management, fundada por el marino alemán Heinrich Scholer. Para añadir más madeja al enredo empresarial y financiero los contenedores son propiedad de la empresa Maersk pero fabricados por otra empresa, la polaca Bedeko Europe, de origen alemán, que se acusan mútuamente del desastre al mismo tiempo que acusan a una empresa india, fabricante de los sacos que contenían los pélets de la mala calidad de los mismos.
Por hacer un mapa del laberinto al que más pronto o más tarde se enfrentará España. Lugar del desastre: el Océano Atlantico frente a las costas de Portugal y con corrientes marítimas que desplazan el vertido hacia el norte, hacia Galicia, Asturias y Cantabria, pero que dentro de unos meses, con el cambio de las mismas corrientes podrán aparecer de nuevo es las cotas españolas. Lugar de fabricación de los microplásticos hechos de polietileno y polipropileno, Alemania. Transportista contratado con sus contenedores, la danesa Maersk.
El barco Taconao, con bandera de Liberia, pero con dueños que se difuminen en tres empresas que van de Bermudas a Chipre con posibles dueños alemanes. Viene luego el mundo de las aseguradoras: del barco, de los contenedores, del productor de los pélets, del armador…Maersk Cargo Insurance, por ejemplo, tiene a Zurich Insurance; la empresa india puede ser Multisac o Bag American, otro misterio que se añade al resto de misterios.