Los mercados reaccionan con un enorme sesgo, sobrevalorando los acontecimientos económicos y financieros e infravalorando los geopolíticos. No está de más tenerlo presente en un momento en el que la función de oferta de la economía depende fundamentalmente de la geopolítica.
Acostumbrados a dominar la función de demanda, la inestabilidad de la de oferta y la escasa capacidad para su control, hará muy complejo navegar las aguas de la economía mundial durante muchos años. No parece precisamente el entorno más favorable para estar corto de volatilidad, que es justo lo que subyace en prácticamente el 100% de los derivados que se proponen a las empresas como “cobertura”.
DEMOGRAFIA Y PRODUCTIVIDAD
Pero no se trata en esta ocasión de la volatilidad, ni de geopolítica. Se trata del crecimiento del PIB, y de su dependencia de dos factores, productividad y demografía. Esta semana hemos tenido muy malas noticias respecto a España en los dos ámbitos. El número de nacimientos rompió a la baja la cota de 300.000 en 2023. Es un dato que abunda en lo que Alejandro Macarrón, una referencia en temas demográficos, trata en su obra “Suicidio Demográfico en Occidente y Medio Mundo”.
No estamos solos en esto en Europa. También China anunció un descenso de su población por segundo año consecutivo. Solo por razones demográficas, muchos analistas han sacado a los asiáticos de la lista de países con potencial de superar a EE.UU. Siendo grave el declive demográfico, donde al menos no estamos solos, de mayor gravedad son las conclusiones del recién creado Observatorio de Productividad y Competitividad de España. Aquí estamos bastante solos.
En este siglo, la productividad de la economía española cae un 7.3%. La brecha en la renta por habitante respecto a Europa pasa del 2.4% de 2000 a 14.4% en 2022. En EE.UU. la productividad sube un 15%, en Alemania un 12%, Francia apenas un 1%, e Italia pierde un 5%. Ni en demografía, ni en productividad. Pero no hemos visto inmutarse al VIX. Cuando lo veamos, estaremos como la rana, cocidos.