Ese jurado de tres supuestos expertos tan pagados de sí mismos que recurren al lenguaje técnico del inglés por ser incapaces de trasladar esos vocablos al español, más dos famosos que oscilan como si estuvieran afectados de un grave problema de equilibrio intelectual, no entienden que se trata , por este orden, de un “ Concurso Televisivo que tiene el baile como soporte del espectáculo”; creen que están en una “ Competición de baile que se televisa”.
Gran error, que sería perdonable si no se comportaran como alimañas hambrientas de destruir a la persona que tienen enfrente. Sus afilados colmillos asoman entre sus apretados labios, sus “ juicios de valor” quieren que sean sentencias sociales. Su Manual de Conducta sólo tiene un artículo: Humillar al que no queremos, sin que la víctima haga nada, únicamente recurrir a un moderado sarcasmo para sobrevivir.
Sus compañeros - la mayoría- quieren ganar, es lógico, pero se convierten en cómplices del jurado y se suman a la programada humillación. Para que nada falte hasta los “ profesores/ maestros” se suman al banquete canibal.
Bruno es la víctima de su cobardía. No se atreven a atacar a los espectadores que votan por miles. Ellos, nosotros, desde nuestras casas le damos al joven gallego el abrazo cómplice que le niega ese jurado al que nunca iría a ver, al que nunca elegiría para nada, con el que nunca me tomaría un café. Al que nos gustaría que nunca volviera a aparecer en la pantalla si hay nuevas ediciones del concurso.
Lo que vemos cada sábado por la noche si nos conectamos con Tele 5 son a cinco presumidos insoportables. Cinco egos insufribles, cinco depredadores de la convivencia, cinco “ pistoleros de la palabra” que sin piedad disparan contra el que consideran más débil e indefenso. Quisiera que ganara Bruno por enterrar así la soberbia y la maldad social y personal del jurado.
No por ser el que mejor baila, que evidentemente no lo es. Sí por ser y representar a esos millones de españoles que no sabemos bailar con esa precisión, al igual que no somos los mejores en tantas otras cosas, pero que luchamos, nos esforzamos, nos divertimos y les decimos a los que nos rodean: “ soy tan imperfecto como vosotros, tan normal como vosotros, tan pueblo como vosotros y, como vosotros, no me gusta que intenten humillarme”. Y si ellos rabian con nuestros votos, mejor.