La deriva política española con el enfrentamiento histórico entre el PP y el PSOE se parece cada vez más al que maneja el mundo del fútbol en la disputa entre el Madrid y el Barça con todos sus componentes de socios, simpatizantes y hasta “hooligans” que harán, desearán y soñarán incluso con todo tipo de tretas, jugarretas y ataques en el campo y fuera de él, para conseguir que gane su equipo y, sobre todo, que pierda el contrario.
Históricamente, los partidarios de uno y otro equipo ponían toda la carne en el asador en vísperas de cada encuentro deportivo –clásicos les llaman a estos partidos- y mucho más ya en el campo en el desarrollo del encuentro. Pero en la actualidad, las decenas de tertulias futboleras que se pueden ver y oír en las televisiones y radios, la disputa entre los dos equipos se alimenta cda día, cada hora, aprovechando cualquier recurso.
En las contiendas políticas entre el PP y el PSOE ha ocurrido la misma deriva y ambos partidarios de uno u notro partido aprovechan a diario cualquier excusa para arremeter contra el contrario, para alimentar a diario a sus propias hinchadas haya o no elecciones a la vista. Periodistas de uno y otro bando –lo mismo que los profesionales del fútbol- buscan a diario algo que decir contra el contrario, distorsionando, mezclando o simplemente agrandando, la realidad que sea.
Al igual que ocurre con el fútbol, los políticos y los medios de comunicación, entienden que esa es la mejor manera de mantener en tensión a sus partidarios que en general se limitan a repetir en casa o en los bares las consignas que escuchan ya sea de Ayuso o del ministro Oscar Puente.
Aceptar en fútbol que tu rival ha jugado mejor o que tu equipo ha ganado con un gol de penalty injusto no entra entre los esquemas de los forofos, igual que no es posible que ningún partidario del PSOE o del PP llegue a pensar siquiera que lo que ha hecho el contrario está mejor que lo que propone su partido.
Y los dirigentes máximos de ambos partidos se asemejan cada vez más a los entrenadores del Madrid y el Barça. Su único objetivo es ganar como sea y si no consiguen llevarse la copa a casa –en el caso de la política es el Gobierno y La Moncloa- pueden ser despedidos de inmediato. Perder por un solo voto o por escaño puede suponer irse a la calle, como le ha ocurrido a Xavi Hernández en el Barça tras perder la Liga.