La Guerra Fría que mantienen desde hace años Estados Unidos y Rusia tiene repercusiones regionales directas en distintos lugares del mundo Durante 45 años, de 1947 a 1991, Washington y Moscú mantuvieron unas delicadas relaciones supeditadas a una Guerra Fría donde el poder de la disuasión nuclear garantizaba un cierto control por la doctrina de la destrucción mutua asegurada.
Había tiempo para que un ataque nuclear pudiera ser respondido por la otra parte con un resultado previsible de devastación total. Las armas nucleares frenaban cualquier tentación de enfrentamiento directo entre las dos superpotencias, con la crisis de los misiles en Cuba como prueba de fuego al borde del abismo. Guerras regionales y locales en varios continentes fueron escenarios frecuentes donde cada uno apoyaba a una facción enfrentada. Un desgaste con víctimas aleatorias que finalizó con la caída de la Unión Soviética, pero sin un conflicto tan directo como el que se libra ahora en territorio ucraniano.
Desde 2014 se viene registrando el conflicto entre la Rusia de Putin y Ucrania, invadida en 2022 y defendida con el presidente Zelenski al frente y apoyada por los países miembros de la OTAN que ha incorporado dos nuevos miembros: Finlandia y Suecia, como respuesta al expansionismo de Moscú.
Muchos expertos coinciden en afirmar que la nueva Guerra Fría comenzó en 2014. Putin respondió anexionando Crimea a Rusia y una guerra en el Donbas, la región ucraniana más cercana. En ese momento comenzó a desarrollarse y aplicarse una estrategia rusa de actuar con todos los medios a su alcance y en todos los lugares posibles, exceptuando el uso de armas nucleares, aunque amenazara con utilizarlas cuando su invasión de Ucrania cosechó los primeros fracasos.
Ciberataques, injerencias en campañas electorales de países occidentales desde Estados Unidos a Alemania y Francia, apoyo a independentistas catalanes, noticias falsas para desestabilizar a sus enemigos y varias intervenciones en Oriente Medio y en África, sobre todo en la región del Sahel con el objetivo soñado de lograr una salida al Atlántico por la zona del Sáhara o Mauritania.
Con socios como China, que disputa la hegemonía mundial a Estados Unidos, e Irán y sus proxys también en América Latina. Más allá del socio cubano, la dictadura chavista en Venezuela incrementó notablemente sus lazos e intereses con Putin. Su apoyo actual es uno de los elementos que permite, por ahora, al dictador Nicolás Maduro mantener el fraude electoral. Joe Biden levantó la presión a Venezuela y su petróleo volvió al mercado para controlar el precio. Pero ahora no puede permitir la burla chavista que perjudicaría electoralmente a Kamala Harris. Daños colaterales de la Guerra Fría regional.