Nacer en Milagro, un pueblo de Navarra de apenas 3.500 habitantes y que tus padres te pongan el nombre de Santos, ya es toda una muestra de adivinación o parapsicología aplicada a la vivencia. Santos es rocoso, compacto, apenas sonríe y habla lo justo o un poco menos. Todos los grandes temas políticos de la actual Legislatura han pasado por sus manos. También por las de su otro yo, el triministro Bolaños, dos caras de ese Juno que el secretario general del PSOE utiliza para casi todo.
Santos Cerdan es un poderoso secretario de organización que debe organizar el 41 Congreso Federal, la gran cita para los 172.000 militantes con los que dice contar el socialismo, que mandarán a Sevilla, desde sus 17 Federaciones regionales, más la representación de Ceuta y Melilla, los que viven en el extranjero y los que eligen las Juventudes del partido, a 1.095 delegados. Allí, con la gran duda internacional resuelta, como es quién ocupará el Despacho Oval de La Casa Blanca, los socialistas eligirán a la cúpula directiva del partido y se pronunciarán sobre todos los temas que deben ofrecer, como organización política, a los ciudadanos. La amnistía y su alcance, junto a la nueva financiación pactada con Cataluña serán las dos estrellas y los dos mayores problemas.
De esos mil noventa y cinco delegados la cuarta parte representarán a la Andalucía de Micaela Navarro y Juan Espadas, mientras que los delegados de la Federaciones que hoy aparecen como las más críticas con las actuaciones del Gobierno, como son las de las dos Castillas y la de Aragón, con Emiliano García Page, Luís Tudanca y José Antonio Sánchez Quero, no llegan al dieciocho por ciento. Números que se completan con los de las otras tres grandes Federaciones, las de la Comunidad Valenciana, la de Cataluña y la de Madrid. Asegurados esos votos, la contestación interna hacia Sánchez será testimonial.
Ese es el reto que tiene ahora mismo el navarro Cerdán, por encima de cualquier otro. Es el gran desafío interno hacia la política de acuerdos que puso en marcha el presidente del Gobierno para adelante su moción de censura de 2018, primero, y sus dos investiduras más tarde. Sin duda que estarán presentes en las mentes y en los votos de todos los asistentes los problemas judiciales que están afectando a Begoña Gómez y a su círculo profesional más cercano, de la misma forma que lo harán las posiciones internacionales de España en los grandes conflictos de Oriente Medio y Ucrania. Con el Partido Popular, que ha cambiado de registro en la oposición y ha pasado a preocuparse de los temás más cercanos a los ciudadanos. Un final de otoño muy complicado para el hombre que hasta ahíta ha demostrado su capacidad de resistencia.
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