Fernando Grande Marlaska ha tenido un repente y ha reaccionado con la neurona policial que desde que es ministro ha ido desarrollando en alguno de sus lóbulos, para advertirnos que hay que perseguir hasta el catre a los folladores empedernidos y a los infieles recalcitrantes.
Ignoro cómo han sido sus devaneos cuando era juez, pero me malicio que entre los políticos que creen que deben tener alguna responsabilidad en la defensa de la moralidad sexual de los españoles, están los impotentes o los defensores de la abstinencia.
Yo no me esperaba algo así de un gobierno progresista, pero está claro que entre los redactores de esta norma anti lujuria hay demasiados frustrado.
La noticia que comento se ha conocido gracias a los gestores y dueños de pensiones y hoteles que han recibido un anticipo informativo de las normas que habrán de aplicar a sus clientes cuando se registren, porque no bastará con el carnet de identidad, sino que deberán aportar una serie de datos personales, número de teléfono, dirección de su residencia, número de tarjeta de crédito y acabaran pidiéndole una declaración jurada de adhesión inquebrantable al Presidente del gobierno y su señora. En definitiva se requerirán 43 datos e información sensible de los clientes que contraten una habitación de hotel, para hacérselos llegar al ministerio del Interior.
Estoy convencido de que el Tribunal Constitucional, tirará esta norma viejuna y apestosa que intenta controlar la identidad de los amantes.
Alguien pensará que estoy hablando en broma, pero el anuncio ya se ha conocido con lo que la limitación de nuestras libertades puede alcanzar todas las áreas de protección de nuestros derechos.
No tengo claro, porque no lo explicita la información de la que disponemos en este momento, si esa norma se va a aplicar también a las saunas gays, actividad comercial en la que trabajaron familiares y personas cercanas a la autoridad.