El Torquemada, hoy bajo acusación, utiliza un lenguaje lleno de tópicos, en los que no cree, para marcar diferencias con los marichulos babosos, pero esa coartada ya no le vale porque una de sus víctimas le ha denunciado y se ha visto en la obligación de irse del Parlamento antes de que le echen.
La actriz Elisa Mauliaá lo ha denunciarlo por acoso sexual, uno de los delitos más repugnantes que se pueden ejercer desde el poder en cualquier de sus vertientes.
Los políticos tapan los excesos de sus colegas de partido, salvo que les pillen in fraganti, y la prueba está en que si no llega a haber denuncia de una de sus víctimas, Iñigo Errejón seguiría dando lecciones de moralidad a pesar de que su comportamiento era conocido hace más de un año por sus compañeros como ha reconocido el propio Pablo Iglesias al declarar que ““De esto se hablaba hace ya un año”. No creo que la afirmación del ex líder de Podemos le beneficie en nada.
Otras víctimas de Iñigo Errejón no lo han denunciado por miedo, pero lo han contado confidencialmente.
En la izquierda política o sociológica hay acosadores y abusadores que presumen de feministas, y lo mismo sucede en la derecha, porque ni la decencia ni la desvergüenza son patrimonio de ninguna ideología política
El lenguaje político a veces se utiliza para disfrazar delitos con conceptos como patriarcado, subjetividad tóxica o los cojones de Mahoma, pero no engañan a nadie