Tres días tardarán los 1.095 delegados del PSOE en decirle a los españoles lo que quieren hacer con España en los próximos años, de ellos 92 serán madrileños con
Juan Lobato a la cabeza. El próximo domingo sabremos lo que plantean en sanidad, en trabajo, en educación, en pensiones, en desarrollo tecnológico, en la estructura territorial que quieren para nuestro país y nos dirán, también y de forma mayoritaria, que apoyan a su Secretario general y presidente del Gobierno, tras la consiguiente lluvia de denuncias sobre aquellos compañeros que han ensuciado la imagen del partido, desde
José Luís Abalos a
Koldo García.
Defenderán el Gobierno de izquierdas y los acuerdos con los nacionalistas, dejando que algunos de sus dirigentes como García Page, exijan un reparto igualitario de los dineros públicos y los beneficios fiscales a los que Pedro Sánchez y Salvador Illa se han comprometido con el independentismo catalán. Por supuesto atacarán con toda la fuerza que puedan al Partido Popular de Núñez Feijóo y Carlos Mazón, con alguna que otra referencia malvada hacia Isabel Díaz Ayuso - todo lo que sea pone en duda el liderazgo de Feijóo es siempre bienvenido en las filas socialistas - que es la espina de Madrid, que lleva clavada desde hace muchos años el PSOE, desde los ya lejanos tiempos en los que, con la mano de Rafael Simancas en la puerta del gobierno de la Autonomía, una calculada operación de traición le mantuvo al PP en el poder con Esperanza Aguirre de ganadora en unas nuevas y obligadas elecciones.
Habrá autocrítica de baja intensidad. Habrá debate de baja intensidad. Ninguna de las delegaciones planteará un cambio en el liderazgo. Con los votos de Andalucía, Cataluña, Valencia y Madrid atados y bien atados, el resto no puede llegar a las mayorías necesarias, ni en el todo, sustituir a Sánchez en la Secretaría General, que sería lo mismo que obligarle a la dimisión como presidente del Gobierno e incluso a tener que celebrar nuevas elecciones generales, ni en las partes: cambios en el resto de la dirección, desde Santos Cerdán a los futuros secretarios generales en cada Autonomía tras los sucesivos Congresos regionales que tendrán que celebrarse.
La gran mayoría de los Congresos Federales del PSOE han sido traumáticos, sobre todo tras el adiós de Felipe González. Fue traumática la elección de Rodríguez Zapatero frente a José Bono; lo fue en la elección de Pérez Rubalcaba al igual que lo había sido en la de Joaquín Almunia frente a Josep Borrell, y lo fue en las dos de Pedro Sánchez, tanto en su primera salida como en su regreso. La estructura de socialismo español hace que las Federaciones gocen de una amplia capacidad de disenso, que se ve limitada por la capacidad de intimidación del líder, algo que tan sólo se logra cuando éste es también presidente del Gobierno.