Ahora va a presentarse una situación que puede resultar más complicada que la propia caída de la dictadura. Hay que gestionar el poder, responder a los equilibrios de quienes han respaldado, financiado y armado a los rebeldes del HTS y administrar una reconstrucción que va a requerir muchos recursos, siempre que el nuevo Gobierno sea capaz de mantener la paz y la estabilidad. No va a ser sencillo porque en Siria se han lidiado varias guerras de todo tipo de intensidad e intereses.
Por ejemplo, el presidente turco Recep Tayip Erdogan va a cobrar la factura correspondiente contra los grupos kurdos que representan una amenaza para sus intereses. Se ha apresurado, junto con el otro comodín que es Qatar en reabrir su embajada en Damasco.
Irán e Irak
El cambio en Siria afecta directamente al nuevo destino que se está fraguando en Oriente Próximo desde el ataque terrorista de Hamás y sus apoyos el 7 de octubre de 2023 que provocó la contundente decisión de Israel de acabar con la influencia de Irán en la región y con sus grupos afines y forjar un nuevo estatus que se va a atisbando en Gaza, Cisjordania y Líbano.
Irán e Israel han intercambiado ataques directos y se han ocultado los daños que se han causado mutuamente, pero la evidencia es que el régimen de los ayatolas tiene mucho más que perder que ganar si se desata una guerra abierta entre los dos países. La economía mundial se vería negativamente afectada por el indudable incremento del precio del petróleo.
Otro actor para tener en cuenta por su posición geográfica y riqueza energética es Irak. Su estabilidad depende de un complicado equilibrio donde la pugna histórica entre suníes y chiíes se muestra como uno de los factores que tienen una influencia muy notable, como en toda la región como demuestra el pulso constante entre iraníes y saudíes por la hegemonía.
El Gobierno de Bagdad está sometido a numerosas presiones por su riqueza petrolífera en el norte, donde la cuestión kurda adquiere enorme relevancia por el interés estratégico de Turquía, y la petroquímica en el sur donde los chiíes no ocultan sus simpatías por los chiíes persas de Teherán. Estados Unidos mantiene cierta tutela en un país que invadió en 2003 y donde no ha conseguido sus objetivos. Veremos si Trump le presta más atención a Oriente Próximo o si mira más a China como adversario más peligroso.
Acuerdos de Abraham
En este terreno, hay un protagonista con una actitud prudente y discreta, pero con una influencia vital en la región como es Arabia Saudí que está practicando una política exterior independiente, con su agenda Saudi Vision 2030 como brújula fundamental para su presente y su futuro. Su inminente adopción de los Acuerdos de Abraham en 2023, tras el éxito acumulado por este entendimiento entre árabes e israelíes que abarcaba a todos los sectores de las sociedades de países como Israel, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Marruecos, Egipto o Sudán, fue una de las causas del ataque terrorista de Hamás el 7 de octubre de 2023. El objetivo era evitar el establecimiento de relaciones entre Tel Aviv y Riad y hacer saltar todo por los aires, incluyendo la obligación para los palestinos tanto en Gaza como en Cisjordania de celebrar elecciones, las últimas tuvieron lugar en 2006, y, desde 2007, Hamás impuso su dictadura en Gaza.
Ahora, no es casual que Israel y Estados Unidos destruyan con total impunidad la capacidad militar siria para que no caiga en manos de los nuevos dirigentes en Damasco considerados como un grupo terrorista. Aunque su líder se haya cambiado el nombre y haya desechado su alias de guerra y recuperado su nombre de pila todos miran con mucho recelo lo que pueda hacer y pretender con un poder que tiene bastante de prestado y con grandes condicionantes. Son muchos y variados los retos que afrenta y bien intencionadas sus primeras promesas de reconciliación, respeto y libertad, pero habrá que esperar resultados para comprobarlo. Una prueba de fuego será la negociación con Moscù sobre las bases rusas de Tartús y Latakia, puntos clave para la salida al Mediterráneo.
Europeos ausentes
En este momento los europeos se encuentran ausentes en gran medida a estos cambios y atienden ambiciones políticas locales en cada país mientras el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, recuerda la inaplazable necesidad de que adopten una “mentalidad de guerra” y aceleren el gasto militar, con el objetivo de prevenir un conflicto en territorio de la OTAN similar al que vive Ucrania.
Mientras, casi todos esperan el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y las posibles consecuencias de sus decisiones que no van a favorecer, como se conoce, al multilateralismo y sí al proteccionismo en el ámbito comercial en beneficio preferente para los Estados Unidos y a la exigencia a los aliados europeos que aportan mucho más en la financiación de la OTAN y en el mantenimiento de su seguridad y estabilidad.
Atención a la advertencia de Mark Rutte: “Podemos evitar la próxima gran guerra en territorio de la OTAN y preservar nuestro modo de vida, pero necesitamos una capacidad de disuasión a largo plazo que garantice que nadie se atreva a atacarnos, porque la organización no está en guerra, pero tampoco en paz. Rusia y China lideran en inversión militar, y la Alianza corre el riesgo de quedarse atrás”.