Que han formado dos miembros de su gobierno y uno de los vicesecretarios generales de su partido. Durante semanas, con la constancia de sus años de opositora a abogada del estado, la secretaria general del Partido Popular creía haber impuesto su criterio en el seno de su formación en Andalucía hasta la noche del diez de febrero.En la mañana del once, tras las primeras filtraciones a la prensa, María Dolores Cospedal tenía que reconocer que sus dos "enemigos" internos, tan poderosos, tan curtidos en las luchas políticas de toda índole y tan apoyado, uno, Javier Arenas en su feudo andaluz por muchos de los que le deben mucho a lo largo de 20 años; y otra, Soraya Sáenz de Santamaría, con el control que ejerce en la Administración desde su puesto de vicepresidenta, habían conseguido vencerla en sus propósitos para renovar el partido en una zona clave para las aspiraciones de victoria de cualquier organización política a nivel nacional. Y ambos con el apoyo de una tercera persona, bien vista y protegida por el presidente, como es Ana Mato, que también se siente " damnificada" por la número dos del partido.
Recuerdan muy bien en Sevilla la trayectoria de uno de sus vecinos más conocidos e influyentes: El que fuera vicepresidente del gobierno con José María Aznar, ministro de Trabajo y secretario general del partido, gano las elecciones andaluzas de 2012 al socialista Jose Antonio Griñan, algo que ocurría por primera en 30 años, pero con el 40% de los votos no consiguió la mayoría absoluta. Le faltaron cinco escaños y ese número de diputados es lo que hizo posible que el PSOE mas Izquierda Unida estén gobernando en estos momentos en el territorio más importante para cualquier partido de ámbito nacional.
Era la cuarta vez que intentaba llegar al gobierno autonómico y al no conseguirlo, Arenas, un democristiano curtido a la sombra de Óscar Alzaga en la primera mitad de los años 80 del pasado siglo, dio un paso atrás en Sevilla y quiso volver a la Secretaria general o al gobierno de Mariano Rajoy, dejando - creía él - sus espaldas políticas bien cubiertas con el actual alcalde de la ciudad andaluza, Juan Ignacio Zoido, pero éste se resistió a ser un simple hilo conductor de las voluntades del yerno de Manuel Olivencia, y buscó independencia y cobijo en la número dos del partido, que se lo proporcionó al cien por cien. Las diferencias entre Cospedal y Arenas llevan siendo públicas en el interior del PP desde hace años.
Comenzó una pelea, batalla, guerra interna en el PP que en Andalucía se extendió por las ocho provincias y se trasladó a Madrid, a la sede central del partido, coincidiendo con nuevos avances por parte de la judicatura y la policía en dos de los temas que más han afectado y afectan a las huestes populares, el caso " Gurtel" y el caso Bárcenas", dos escándalos que hunden sus raíces en el pasado del PP más que en el presente. Por sí no le bastará con sus enfrentamientos con Javier Arenas, a Dolores de Cospedal se la colocó frente a frente con la otra mujer en la que se apoya Mariano Rajoy en todo lo que afecta al gobierno, la todopoderosa vicepresidenta Soraya Saenz de Santamaría, una mujer que une la audacia con el trabajo y que cuenta con una buena legión de abogados del estado estratégicamente colocados en puestos clave de la Administración, y con excelentes relaciones con los peores económicos, financieros y mediáticos.
Se cumplían una vez más dos de los más conocidos aforismos de la vida pública: los enemigos de mis enemigos son mis amigos, y el adversario es el que está fuera en otras organizaciones, al enemigo siempre hay que buscarle dentro. Motivos y razones con los que aquellos que en el PP aspiran a participar en el futuro de la organización vieron como de forma tal vez inesperada confluían los intereses desde el lado de la poderosa vicepresidenta, y desde el lado del indestructible vicesecretario Arenas y sus deseos de no perder influencia y poder en el entorno del presidente, al que había ayudado y mucho en el Congreso de Valencia. Y por ultimo, para que no faltará su nombre a ninguna " salsa" interna, José María Aznar, el presidente de honor del partido, que no se resignaba desde Faes a perder su cuota de poder interno, compatible con sus numerosos y bien pagados viajes por todo el mundo, un interés que se alargaba y se alarga en la lucha por las candidaturas en la Comunidad madrileña y en el Ayuntamiento de la capital, con Ana Botella viendo como aumentan sus posibilidades a la luz de los resultados de la batalla andaluza.
El hombre que dejará la presidencia del PP andaluz dentro de quince días, Juan Ignacio Zoido no es hombre de grandes batallas y desde el principio se vio a sí mismo como una figura de transición. Deseaba dejar el cargo a otro compañero pero las maniobras de Arenas y los suyos, en Sevilla y en Madrid, han ido demorando la necesaria convocatoria de un Congreso extraordinario, la cita de la que saldrá el nuevo líder de los populares andaluces y la persona que se medirá en las urnas con la actual presidenta de la Junta, la muy mediática Susana Díaz, el auténtico desafío al que deberá enfrentarse el actual número dos del Ministerio de Sanidad, Moreno Bonilla, un experto en liderazgo y protocolo que ha ido subiendo en el PP desde una modesta concejalía de Málaga.
Desde hacia meses los nombres que se barajaban para sustituir en la presidencia del partido al alcalde de Sevilla eran cinco, aunque los dos preferidos, los de los ministros, Fátima Bañez y Arias Cañete, se desmarcaron de esa pelea desde el principio, dejando al trío restante en sus opciones a intentar una victoria en Andalucía y esta vez por mayoría absoluta, algo que parece casi imposible en este inicio de 2014, y más desde el cambio que han hecho los socialistas dejando atrás toda la etapa que protagonizaron Manuel Chaves y José Antonio Griñan.
El que partía como favorito era el actual secretario general del PP andaluz y alcalde de Tomares, José Luis Sanz, a quién se colocaba como el candidato de Cospedal, a quien seguía como posible ganador y su rival más inmediato, el alcalde de Córdoba, José Antonio Nieto, que se descartaba para intentar repetir el triunfo en una ciudad tan difícil y que ha estado gobernada por la izquierda durante 30 años; y el que aparecía en las quinielas como el tercer hombre, la tercera opción, el secretario de Estado para Asuntos Sociales, Juan Manuel Moreno, con el handicap de no contar con los apoyos internos que le permitirían plantar cara a Sanz en el futuro Congreso extraordinario, pese al posicionamiento inicial de los presidentes provinciales de Cádiz, Antonio Sanz, y Málaga, Elías Bendodo, e incluso del visto bueno de la vicepresidenta Santamaria.
La necesidad de cerrar la crisis y resolver la elección del líder en Andalucía se acentuó tras la Convención de Valladolid - todo un éxito de Cospedal y los suyos - y las llamadas a la unidad por parte de Mariano Rajoy. El PP ha intentado mantener esa imagen en lo que parecía dejar el control del partido y los necesarios cambios en el mismo - en aquellas comunidades y puestos que es necesario renovar - en manos de la secretaria general, algo que a la también presidenta de Castilla la Mancha le hubiera permitido sacar adelante su propuesta de sucesión. Era mucho lo que estaba en juego y mucho el poder y los puestos que se disputaban, y el doble presidente ha vuelto a sorprender y dejar para el último minuto su propia sorpresa: Lo que vendrá después es una tarea más complicada: conseguir 55 escaños de los 109 que conforman el Parlamento andaluz, salvo que entren nuevas fuerzas políticas y los actuales equilibrios se rompan y la mayoría de 59 escaños que suman PSOE e IU deje de controlar el poder. Por el momento, en el interior del PP los dirigentes y militantes, y en el exterior sus adversarios, saben que Dolores Cospedal tiene enfrente a una fuerte y triple alianza, que ha conseguido una victoria en la larga lucha que vienen manteniendo, y que el carácter gallego de Rajoy y hasta su reconocido humor galaico le permite jugar con los tiempos y los equipos como un consumado maestro de ajedrez que, eso si, controlara los dos lados del tablero.