“…y lo que es más importante, debemos de asegurarnos de que el dólar estadounidense siga siendo la divisa de reserva mundial”, Scott Bessent en su audiencia de confirmación en el Senado como nuevo secretario del Tesoro.
En lo que parece un sano ejercicio, desde muy temprano nos enseñaron que cuando se escribe de economía solo excepcionalmente han de utilizarse nombres propios. El cargo o responsabilidad que ocupa aquel a quien se atribuye un hecho o declaración, es lo que le da trascendencia. Lo que dijese, por ejemplo, el presidente electo antes de ser elegido tenía, para casi todo, una trascendencia muy limitada.
EL NOMINADO
La cita que puede leer a continuación es del nominado a ser el secretario del Tesoro de EE.UU. Como curiosidad, se llama Scott Bessent. La pronunció la semana pasada durante su audiencia de confirmación en el Senado: "Debemos asegurar las cadenas de suministro que son vulnerables a los competidores estratégicos, y debemos desplegar cuidadosamente las sanciones como parte de un enfoque de todo el gobierno para hacer frente a nuestros requisitos de seguridad nacional. Y, lo que es más importante, debemos asegurarnos de que el dólar estadounidense siga siendo la moneda de reserva mundial". Conviene recordar en este punto, que es el Tesoro el responsable del tipo de cambio del dólar y no la Reserva Federal, a quien “únicamente” corresponde determinar su precio, el tipo de interés. Así pues, cuando el secretario del Tesoro se refiere al dólar, habla la máxima autoridad al respecto.
Es además el Tesoro, quien determina si un país es o no “manipulador de la divisa” y tal calificación tiene implicaciones económicas y políticas, dando lugar a llamar a consulta al país en cuestión para exigir que haga correcciones en sus prácticas cambiarias y en su caso puede ser sometido a sanciones y/o aranceles. Ningún país estaba en la lista de manipuladores en el último informe (noviembre 2024) que semestralmente hace el Tesoro. Hay sin embargo una “lista de monitoreo” para países que merecen un seguimiento especial: China, Japón, Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Vietnam y Alemania. El próximo informe será en mayo, pero si nos atenemos a todo el ruido de las últimas semanas, incluidas filtraciones, el recién iniciado mandato presidencial no va a esperar al informe.
RAZONES DE EMERGENCIA
Argumentado en razones de emergencia, se contempla un plan inmediato de incremento gradual de aranceles entre el 2% y el 5% mensual como modo coercitivo de lograr concesiones. La consecuencia racional de los aranceles es una depreciación del tipo de cambio de los países sometidos al impuesto, pero como los mercados de divisas se anticipan, la apreciación del dólar ya registrada, y la que haya de venir, ya está descontando estos efectos, lo que hace que vaya por delante el impacto en precios, antes de que los aranceles provoquen el ajuste buscado en las balanzas comerciales.
Si además se hace a dosis mensuales, el impacto sostenido puede ser más negativo. Pero incluso en este caso, las reacciones de los mercados están más sólidamente ancladas a los fundamentos económicos que a los deseos políticos y esto es más acusado en los mercados de divisas. Un déficit fiscal más bajo y un tipo de cambio más débil contribuirían de modo más eficaz a lograr lo pretendido, pero no parece, más allá de los deseos, que con una política arancelaria como se propone y una política fiscal que mantiene los recortes de impuestos como sus dos grandes estandartes, pueda conseguir su propósito.
Si el dólar acaba debilitándose, como ocurrió durante el primer mandato de Trump, será a causa del progresivo debilitamiento institucional y de los daños que esto ocasione sobre las perspectivas de crecimiento. Pronto empezaremos a comprobarlo.