Los políticos españoles no saben salir del barro judicial y territorial en el que están metidos. Da lo mismo que se mire al Gobierno como a la oposición, que se piense en una retirada imposible de Pedro Sánchez antes de que termine la Legislatura, o que se intente cambiar a Alberto Núñez Feijóo por otro líder que tenga más capacidad de arrastre entre los votantes de la derecha . Hay jueces para todos y eso es lo peor de la historia. No es que sobren los administradores de la Justicia, todo lo contrario, el problema es la utilización de los mismos en el terreno político. Los tiempos de unos y otros son muy distintos.
A Pedro Sánchez, al igual que les pasa a sus colegas alemanes, franceses, italianos y polacos, por no poner la lista completa de los 27 países que integran la Unión Europea, les viene muy bien la guerra de Ucrania. Es la mejor de las excusas para ocultar la auténtica crisis que les afecta. Alemania no tiene problemas por su cambiante apoyo a Zelensky, los tiene por el atraso industrial y tecnológico en el que ha caído en los últimos años. Esa es la razón de los cambios constitucionales y financieros. El nuevo Gobierno de concentración entre conservadores, socialdemócratas y verdes le va a permitir al canciller Friedrich Merz saltarse todas las barreras. Tendrá a su disposición quinientos mil millones de euros para modernizar las estructuras del país y relanzar las inversiones en defensa y seguridad. Mencionar la ambición de Vladimir Putin por conquistar toda Europa es una gran mentira muy útil. El miedo esconde la verdad, salvo que los ciudadanos decidan mirar más y mejor lo que les rodea, y aún así puede que prefieran trabajo y bienestar económico por encima de las grandes frases sobre la paz, la igualdad, el clima, y un largo etcétera.
Alemanía es el mejor de los ejemplos y la más perfecta de las excusas para que Pedro Sánchez pueda mirar al final de la Legislatura con una calma que no tenía hace seis meses. Si la supuesta amenaza de Putin, por el Este, sirve para cambiar los planes de todos los gobiernos; la real amenaza de Trump, por el Oeste, les sirve para cerrar el círculo. Europa se ha quedado vieja en casi todo, una especie de parque de atracciones monumental, incapaz de competir con los dos grandes bloques que ya están bipolarizando el siglo XXI, USA y China.
Alemania, además, tiene el problema polaco pegado a su espalda tras los cambios en el suministro energético.
El presidente español sólo tiene que poner delante de sus rivales el ejemplo alemán y añadirle los de Francia, Italia, Gran Bretaña, los países nórdicos y los bálticos para contrarrestar con eficacia la interminable lucha de barro judicial en la que está metido y de la que puede salir con el tiempo como aliado, en todos y cada uno de los casos.