Europa estaba en crisis antes de 2022, el inicio de la entrada de tropas rusas en el Donbás, y lo estaba en 2014, la fecha real del inicio del conflcito tras la anexión de Crimea y la guerra civil encubierta en las Repúblicas Ucranianas de Donetsk y Lugansk, que finalmente pedirían su ingreso en la Federación rusa al inicio de 2022. Entre esas dos fechas y con una notoria presencia de organizaciones de caracter mafioso, aparecen en escena dos grupos mercenarios que se enzarzan en los primeros combates directos de dos fuerzas armadas, el Grupo Wagner y el Batallón Azov.
Desde el inicio real de la guerra, de baja intensidad al principio hasta llegar a la confrontación indirecta entre Rusia y la Europa de los 27 con la OTAN por medio (ésta última a través del suministo de armas y entrenamiento) todo se ha sostenido por una crisis económica ampliada, que seguirá así salvo que el presidente Donald Trump consiga que Zelensky acepte que Rusia no va a abandonar el territorio que ya forma parte de la Federación rusa y que su entrada en la OTAN es hoy por hoy imposible. A cambio Putín tendrá que ceder en la pertenencia de Ucrania a la Unión Europa y a la explotación de los minerales estratégicos de ese país.
¿Qué quieren los 27 países de la UE con Francia, Alemania y Polonia a la cabeza?: su parte de la post paz, o lo que es lo mismo una parte de la reconstrucción de Ucrania. Sin crisis económica todo sería distinto, pero la realidad de esa deuda pública de los 17 billones de euros hace que todo el llamado gasta en defensa o en seguridad, dos formas de llamar a la Industria del armamento, trate de hacer frente a la crisis social que puede incrementarse si no se dan respuestas a una pérdida evidente de la calidad de vida de los ciudadanos.
Se habla de política en Bruselas, en París y en Lóndres (que no se sabe muy bien lo que representa y busca en el conglmerado de la UE tras abandonarla por el Brexit, salvo que sea una falsa careta del Premier Starmer para no decir a los británicos que están fuera de los desarrollos tecnológicos del futuro) pero no de democracia, se habla de guerra, con la falsa amenaza deu na invasión rusa en el territorio de la Unión.
Para cubrir esa anomalía se recurre a las grandes frases patrióticas y a unas encuestas que insisten en la voluntad de los ciudadanos por mantener la guerra e incluso en estar dispuestos a ir a combatir al territorio ucraniano, algo tan difícil de aceptar como culpar a la nueva Administración norteamericana del problema. Trump ha cambiado las reglas del juego por una razón muy simple: Estados Unidos no puede seguir aumentando su deuda y no quiere seguir poniendo más dinero en la OTAN. Su principal rival está en el Pacífico, no en centro Europa. La verdad la esconde Sánchez, la esconde Marcron, la esconde Meloni… todos la esconden. Quien paga el precio son los ciudadanos de Ucrania, que mueren todos los días y ven como su país se destruye.