Eso lo saben sus directivos, sus jugadores y sus aficiones. Encarnan desde su fundación dos sentidos de España, dos forma de ver y que vean en ellos la pasión, el esfuerzo, la lucha por la victoria, los anhelos, lo bueno y lo malo de un país que necesita héroes y guerreros pues verdugos y duendes le sobran. Nada ha cambiado en cien años en las dos ciudades y nada parece que vaya a cambiar, tanto en lo bueno que tiene el espíritu competitivo como en lo malo de las envidias y rencores por presuntos o reales agravios. La gloria conquistada en la cancha se pasea de forma inmediata por los salones del poder.
Ese sentimiento colectivo es lo que han representado los dos equipos en la final de la copa del Rey de balóncesto jugada en Málaga. En dos minutos, los dos minutos finales del partido, los guerreros de Pablo Laso y Xavi Pascual se han jugado la gloria y esta ha llegado en las últimas décimas del encuentro, cuando el Batcelona había remontado siete puntos y con un error de Sergio Rodríguez y una personal se había colocado con uno de ventaja.
Quedaban cuatro segundos y la victoria de los azulgrana se jaleaba por sus seguidores desde la grada. Laso pidió tiempo muerto y busco la entrada a canasta o la falta personal. Ni lo uno, ni lo otro: un pase forzado de Sergio y desde la banda una de esas canastas casi imposibles de Llull y el Madrid se colocaba un punto por arriba. Al reloj le quedaba una décima, tiempo para lanzar sobre el aro y que uno de los pivots palmease. Así se hizo e incluso Tomic lo logrò y a punto estuvo de volver a cambiar el banquillo de la gloria. Golpeó contra el tablero y el Madrid se llevó su Copa y un nuevo récord de victorias en esta competición en la que los azulgrana han demostrado que son los únicos en España que, hoy por hoy, pueden hacerle frente al Madrid.
Atrás quedaron los numerosos tiros libres fallados por el Barcelona y las pérdidas de balón del Madrid. Dos circunstancias que no se dan muchas veces y que se explican por la tensión que durante todo el partido han vivido los jugadores, hasta el punto de enfrentarse en varias de las jugadas del último cuarto.
Un encuentro duro, vibrante, con pequeñas diferencias que no pasaron de los cuatro puntos hasta esos dos minutos finales que parecían ponerle al Madrid la victoria al alcance de la mano. Muchos nervios entre los blancos y los azulgranas volvieron a recuperar lo perdido. Las expresiones en las caras de los dos entrenadores, Laso y Pascual expresaban todos los sentimientos que en esos instantes recorrían no sólo los banquillos, también todo el pabellón deportivo con las aficiones de ambos clubs mirando el reloj.
Si no ocurren dos grandes sorpresas los dos equipos, esta vez con 22 jugadores vestidos de futbolistas, van a volver a enfrentarse en la misma Copa del Rey y de nuevo estallara la tensión, el afán de victoria y los deseos " políticos" de nuestros partidos nacionales y autonómicos para convertir el trofeo en un guiño partidista. Las dos grandes ciudades de esta España representan ese permanente vaivén del péndulo entre centralismo y periferia. Menos mal que los seguidores y los amantes del buen baloncesto y el buen fútbol creen en el espectáculo y vibran con canastas y con goles mucho mas que con votos. Para ese otro enceste y esas otras porterías está mayo.