Defender a Ucrania para terminar de destruir a Ucrania y de paso a Europa
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Defender a Ucrania para terminar de destruir a Ucrania y de paso a Europa

miércoles 09 de abril de 2025, 05:29h

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Entre buscar la paz y mantener la guerra en Ucrania la Europa que lidera el presidente francés, ayudado por el fugado Reino Unido, opta por lo segundo. El resultado sólo puede ser uno: terminar por destruir el territorio que se dice querer defender. El grave problema para los ciudadanos de los 28 países ( contando con el que se marchó tras el Brexit) es que sus dirigentes lo saben pero prefieren mirar para otro lado: para la Rusia de Putin, para la América de Trump y hasta para la China de Jian Ping. ¿Por qué lo hacen entonces?, es la pregunta. Y la contestación: por hacerse el avestruz y creer que el tiempo arreglará lo que ellos no se atreven a hacer: decir la verdad a los que los han elegido.

Podemos retroceder hasta la conquista de Crimea por la Rusia de Catalina la Grande o la independencia de Ucrania tras la II Guerra Mundial tras el largo periodo de guerra fría entre el Este comunista y el Oeste liberal, con el triunfo del segundo de una forma clara sobre el primero. Podemos analizar el derrumbe de la URSS, la desaparición del Muro de Berlín, los deseos de expansión de la nueva Alemania, los errores que significaron las guerras de los Balcanes y la atomización de dos grandes países como eran Checoslovaquia y Yugoslavia. Podemos hacer todas esas cosas pero no basta con mirar lo ocurrido desde 2014 en Ucrania y, con mayor precisión, lo que lleva ocurriendo desde 2022.

La segunda potencia mundial, con el mayor arsenal de armas atómicas, sustentada en una ideología inservible y con una gerontocracia al frente, se derrumbó como un castillo de naipes o una colosal estatua con los pies de barrio, mientras surgía de forma acelerada una nueva potencia en Asia y el Imperio que representaba y representa Estados Unidos extendía su poder por todo el globo, desde su “patio trasero” - que es la zona que va desde Méjico hasta la punta antártica de Chile - hasta las mismísimas fronteras con la nueva Rusia. Gorbachov supo que la URSS se hundía, intentó salvar a Rusia del cataclismo haciendo un pacto con el presidente Reagan y la premier Thacher, le engañaron, se marchó; y llegó el alcoholizado Yeltsin para rematar la faena. Hasta que el poder oscuro, el que utiliza las clacas del sistema, el que se nutre de los servicios secretos colocó a Putin al frente del país. Ese cambio es el que perdura hasta hoy, por encima de los cambos de liderazgos que han tenido lugar en USA y en los distintos países europeos.

Putin dijó basta al acoso que estaba sufriendo su país por parte del llamado Occidente liberal y decidió jugar con sus propias armas. Nada de democracia comparable a la que funciona en España o en Francia o en Alemania; democracia rusa o lo que es lo mismo: autocracia con disfraz. El presidente ruso se está defendiendo y ha optado por el ataque antes de que no le quede nada que defender. Para empezar, trazar la línea roja en Ucrania y en el Mar Negro, su única salida por el sur para su flota. Por eso regresó a Crimea en 2024 y por eso prometió su ayuda a las Repúblicas pro rusas del Donest, a las que necesitaba para unir la península con el resto de Rusia. Le está costando tres años de guerra, que no esperaba, pero le resulta imposible dar marcha atrás. No quiere, ni puede, ni le dejarían volver a las fronteras anteriores a ese 2014 que es la auténtica fecha de la guerra civil que se desató en el este de Ucrania.

En el Kremlin y en el resto de la Federación Rusa saben que si pierden la guerra, la propia Rusia desaparecerá tal y como la conocemos. Se fragmentará, se romperá, con el peligro que conlleva para el resto del mundo que una potencia nuclear se fragmente en trozos. No va a pasar y para que no pase, Putin, que ejerce de dictador elegido en las urnas desde hace veinte años, va a hacer todo lo posible para ello. Antes morir matando que parecer en solitario. Es tan fácil de entender que asusta que los dirigentes europeos se empeñen en decir mil veces a sus ciudadanos lo contrario. De la misma forma que lo hace Zelensky a los suyos.

Cuando termine la guerra, que terminará, Ucrania será un país en ruinas y cuanto más se alargue el conflicto más en ruinas estará y más millones de ucranianos habrán muerto o estarán en un obligado exilio. Defender a Ucrania como pueblo no pasa por seguir mandando armas y soldados, ya sean regulares o mercenarios, se consigue estableciendo una Paz estable y creible, en la que necesariamente van a ocurrir sacrificios personales. Engañar a los europeos en nombre de la democracia es la peor de las formas posibles para decirles que su forma de vida, sus costumbres, su tranquidad, sus logros sociales, económicos y políticos han cambiado y van a seguir cambiando de forma acelerada; que no se puede mantener una economía global en la que cada país mantiene de forma creciente una deuda pública que supera el billón de euros, que los apuntes contables que realizan los bancos centrales para que la maquinaria financiera no se pare ha llegado a su final. Debe cambiar y todo cambia con más o menos dolor, depende de quién lo maneje. Y ese es otro de los grandes problemas de la Unión Europea: los gobernantes se han acostumbrado tanto a mentir que ya no saben como decir la verdad.

Si Macron, Starmer y compañía se imponen en sus desvarios personales y siguen “defendiendo” Ucrania con más armas y más soldados y más destrucción, terminarán por destruirla por completo, la llevarán al siglo XIX, ni siquiera al XX. Destruirán un país rico para volverlo más pobre. Por el camino convertirán a Europa en un Continente más pobre, más inseguro, más preparado para perder, no para ganar. Con menos democracia y más autoritarismo, con menos libertad y peores condiciones de vida. Esa es la verdad que callan. Prefieren convencernos de que la única verdad es la de sus mentiras. Lo real se resume en diez palabras: Rusia no va a perder, Europa no va a ganar.

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