A lo que pasó ayer me remito. El PP, es decir Rajoy, es decir el amo del control del aparato, ganó por goleada en la designación del candidato a Andalucía, en la derogación de la Justicia Universal y en la votación secreta de la Ley del Aborto que no registró ni una sola grieta en la voluntad de sus diputados. Rajoy gana y demuestra que a pesar de las críticas ejerce un férreo control sobre lo que le rodea y un poco más allá.
Buena culpa del “roto” viene de parte de la oposición meliflua de Rubalcaba que no termina de aglutinar el descontento. Otra cosa sería pensar que toda la oposición no hace nada porque tanto IU como UPyD hacen más daño en una pregunta parlamentaria que cien que pueda prsentar Soraya Rodríguez en una sesión de control. El descontento de la calle parece que no lo recoge ningún partido y que de nuevo podríamos estar ante un abstencionismo que le diera la victoria al PP.
Otra cosa sería adentrarnos en si es bueno a la larga gobernar en solitario, por lo que tiene de partido antipático, o si la soberbia puede acabar con proyectos que se tenían por muy sólidos. Ejemplos como Valencia, donde gobierna el PP a pesar de los múltiples escándalos encadenados, nos llevan a pensar que el votante pierde la memoria con gran facilidad sobre todo cuando no se le ofrece una alternativa que le ilusione.
El Gobierno está quemado y muchos de sus titulares amortizados por completo pero no le falta salud, ni capacidad para seguir navegando. Rajoy, a pesar de lo que diga el CIS puede decir que la crisis es muy mala “para los demás”. Y si ayer el Real Madrid ganaba por 0-2, él puede presumir de un 0-3. Cualquier otro análisis podría llevar a resultados equivocados, al PSOE le falta liderazgo y se nota, la calle está harta y se nota, la oposición viene por parte de partidos minoritarios y de momento la única formación que no se desgasta es el PP.
Así que división interna la justa porque parece que, como decía El Tenorio, los muertos que vos matáis gozan de buena salud.