El " cristianismo" se vuelve religión
jueves 15 de octubre de 2015, 05:04h
Sus dos goles al Malmoe sueco le han convertido en el máximo goleador del Real Madrid en todas las competiciones. Tiene carrera por delante y cuando termine de pisar los campos de fútbol como jugador habrá logrado unas cifras que serán. Así imposibles de superar. Raúl González, ...
... " el buitre" tuvo que jugar 130 partidos para conseguir 65 tantos en Europa, a Cristiano Ronaldo le han bastado 67 para igualar esa cifra.
El " cristianismo" se ha convertido en la religión del gol en el conjunto del Bernabéu. El jugador portugués es el santo al que se ha encomendado Florentino Pérez para conseguir su undécimo título continental. Y con el presidente, el entrenador Rafa Benítez, al que le ha costado reconocer en publico la dependencia que tienen los blancos de su estrella cuando de lograr trofeos se trata.
Mientras sus compatriotas del Benfica le amargaban la noche al Atlético de Madrid en él Manzanares, Cristiano superaba sus quinientos goles como jugador profesional, más de la mitad de ellos en el Real Madrid, un récord al que seguirán otros en las próximas semanas, meses y años, de la misma manera que han estado los de Raul hasta la noche del miércoles 30 de septiembre de 2015, una fecha que quedará en la historia del club como un homenaje al que durante años fue su estandarte y capitán, el Raul que hoy juega en la capital del mundo y que a buen seguro, cuando regrese a España, seguirá vinculado al deporte que le ha dado todo en el conjunto blanco.
Será en el estadio de la Castellana, el santuario en el que se ha instalado la imagen del astro portugués, donde los dos hombres que han unido sus historias en la fría ciudad sueca de Malmoe, pueden encontrarse. Y será esa foto la que quede en la retina de las generaciones de aficionados a los que la búsqueda del gol y su consecución en la portería del rival les llena los minutos de tertulias y comparaciones. Cristiano y Raul no se parecen como futbolistas, tienen estilos muy diferentes, pero están atados por su capacidad para competir, por su voluntad de triunfo, por su exigencia personal para ser cada día mejores, por sus incansables deseos de disfrutar con el balón en los pies y hacer disfrutar a los que les miran desde las gradas o desde las pantallas de la televisión.