Uno de los nuestros

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Dos de las frases que con más frecuencia le hemos escuchado al ex honorable Jordi Pujol, y que asumieron como propias los convergentes, han sido “Hacer país” y “Hoy no toca”, pero al final se ha demostrado que ambas eran falsas porque a lo que realmente se han dedicado durante décadas ha sido a ” hacer caja” y esa operación tocaba todos los días.

Hablar de la fortuna que, de forma fraudulenta, ha amasado el clan Pujol no tiene mucho sentido porque el resultado de las investigaciones que, con la colaboración del gobierno de Andorra, se van conociendo, exceden en muchos millones lo que inicialmente trascendió.

Lo realmente grave es que entre el sector independentista de Cataluña unos han robado a manos llenas y otros han bendecido el delito.

Si Martin Scorsese hiciera una segunda versión de su película “Uno de los nuestros”, sin duda alguna se inspiraría en la clase independentista catalana, y no tendría que esforzarse mucho en hacer el casting.

En la Cataluña de los que quieren irse de España necesitan crear un Estado corrupto en todos los niveles de su imaginada Administración. Un Estado que proteja a los ladrones – si son de la clase política – amnistíe a los antisistema, y que, por supuesto, reprima los disidentes que serían los que además de catalanes se consideran españoles.

El desastre político, económico y sociológico que están perpetrando una banda de delincuentes organizada, no tiene parangón en la Europa de nuestros días, pero sí se diferencia de otros ejemplos históricos en los que se ha pasado de una democracia débil una dictadura fuerte.

En los sistemas totalitarios no existe mestizaje ideológico ni programático. En las dictaduras manda uno y los demás obedecen. Roba uno y los demás pasan hambre. Impone las normas uno y los demás la padecen, pero los golpistas catalanes quieren experimentar con un sistema en el que se repartan, entre las distintas élites políticas independentistas, cuotas de poder político, económico y judicial, y la corrupción abarca todos estos ámbitos.

Cuando hablan de hacer país insultan a los catalanes honrados, que son la mayoría, y que no se merecen ser gobernados por una banda organizada de delincuentes, en la que participan las distintas “famiglias".
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