30 dias para todo o nada

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sábado 06 de febrero de 2016, 17:49h

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Tenïa que arriesgarse y lo ha hecho. Pedro Sánchez le hizo saber al Rey que estaba dispuesto a negociar con todas las fuerzas polīticas de cara a formar gobierno. Sólo ponïa una condición: que Mariano Rajoy renunciara a presentarse. Y el,presidente en funciones y candidato del PP lo hizo.

No tenīa los votos y no querīa que le vapuleasen en el Congreso. Las dudas del Rey se resolvieron a las siete y media de la tarde. Llamó al presidente de las Cortes y le dijo que hablase con su compañero de partido y acordasen un calendario para llegar al pleno de investidura. Por prjmera vez en nuestra historia democrática, el partido más votado no va a ser el que intente formar gobierno.

Puede que Sánchez lo consiga dentro del plazo que se han marcado, que son tres o cuatro semanas. O puede que no consiga convencer a los otros grupos que necesita para la mayorīa y que son dos: una suma con Podemos y Ciudadanos; o una suma con Podemos, el resto de la izquierda y el apoyo de un nacionalista, sea el PNV o Esquerra.

Con cualquiera de esas posibilidades los escollos con el Partido Popular serán los mismos: Rajoy controla 123 escaños que le proporcionan la llave para los dos tercios de la Cámara, y controla la mayorīa absoluta en el Senado. El secretario general del PSOE podrá sentarse en La Moncloa pero va a ser un suplicio la gobernabilidad sel dīa a dīa.

La alternativa de conseguir que los populares se abstengan y pacten un calendario de reformas - visto lo dicho por Rajoy y su deseo de mantenerse hasta el final como alternativa e incluso como candidato si se llegara a la repetición electoral - se presenta como un imposible. Más fácil, pese a sus declaraciones, será conseguir que Iglesias y Rivera acepten compartir Gabinete y sentarse juntos en el Consejo de Ministros.

Pedro Sánchez durante estas cuatro últimas semanas ha comprobado que su futuro en polïtica pasaba por llegar a gobernar. Era y sigue siendo un todo o nada. O el triunfo pese a sus escasos noventa escaños, o el adiós a su puesto en el PSOE y a sus sueños. Si lo consigue habrâ superado a Rodrīguez Zapatero: llegar a La Moncloa a la primera y perdidas las elecciones. Si a finales de febrero no se sube a la tribuna del Congreso, expone su proyecto y consigue un mïnimo de 165 votos a favor va a ser muy difïcil que para las elecciones que seguirīan se mantenga como candidato.

El éxito y la suerte de Sánchez, son el fracaso y la desgracia para Mariano Rajoy, que tendrīa que asumir su adiós ante el PP en el inevitable Congreso Nacional que tendrïa lugar. También serïa el tapón a las ambiciones de Susana Dïaz por dar el salto desde Sevilla a Madrid.

Vamos a ver hasta què punto las ambiciones personales y partidistas se colocan delante o detràs del interés general. El secretarip general del PSOE ha asumido un reto del que no podīa hurtarse. Ahora les toca a los otros.

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