Esa izquierda que se va definiendo
martes 31 de mayo de 2016, 05:24h
Me cuesta, de entrada, definir los perfiles que dividen a la izquierda 'moderada' de la derecha 'moderada'; hace mucho que pienso que de la colaboración de ambas surgiría ese proceso reformista-regeneracionista que necesita el país. Pero esta colaboración será un proceso que, de llegarse a él de una manera efectiva, necesitará del concurso activo de la fuerza centrista y del concurso pasivo de una izquierda 'dura', crítica con la suficiente influencia como para forzar algunos cambios que aseguren una mayor equidad en este injusto país. Es decir, ahora que la izquierda a la izquierda del PSOE se va conformando en una coalición preelectoral Podemos-IU, creo que hay que considerar qué futuro tiene esta fuerza, más allá de si logrará o no el 'sorpasso' a un partido socialdemócrata que, como le ocurre al PSOE, no quiere dar la impresión de serlo.
Lo diré más claramente: no creo que esa izquierda-a-la-izquierda esté preparada para gobernar el país, pero sí pienso que la coalición Podemos-IU, cuando quien ejerce el liderazgo se serene, tiene un papel muy importante que jugar en el diseño de la España del futuro. No en vano cuenta con un suelo teórico de seis millones de votantes, fieles en su descontento y en su cabreo con 'lo establecido', que no es pequeña cosa. Es un papel semejante al que el Partido Comunista pudo jugar al inicio de la (primera) transición: la crítica que impulsa cambios más a fondo. Debo decir que no estoy seguro de que Podemos-IU haya entendido este papel, aunque creo que la visión realista del futuro corresponde más al sobrio Alberto Garzón que al excesivo Pablo Iglesias; Garzón quiere construir una alternativa verdaderamente de izquierdas, mientras que a Iglesias le hemos escuchado demasiadas versiones acerca de lo que es o no es Podemos y dónde diablos se sitúa. El trapecio político.
Por eso me parece importante que la izquierda, que nace a la izquierda de un PSOE que también tiene que definirse urgentemente, se decante: el mero pretender llegar al poder máximo no es ni un programa de acción ni algo que merezca la pena votar. Entiendo que el PSOE, en la presente coyuntura en la que tardará en haber nuevas mayorías absolutas, va a experimentar un importante giro táctico y estratégico: sin duda, se ha equivocado en sus planteamientos. Y me da la impresión de que el tándem Iglesias-Garzón va a dejar de hablar de 'sorpassos' para centrarse en el viejo 'programa-programa-programa' que hizo célebre el renacido Julio Anguita. El camino se remansa.
A mí, lo que me interesa es ese programa. Ver por dónde caminarán Iglesias y Garzón en cuanto a planteamientos económicos –lamentable la actuación del líder de Podemos en el Foro del Círculo de la Economía en Sitges, por cierto-- , internacionales –cómo recuperar un cierto protagonismo en el mundo -,-puramente políticos –la regeneración democrática—y sociales –educación, estado de bienestar en general--. Y hay que insistir en que nada de esto se nos presenta aún con claridad a los electores ante esta nueva confrontación, sea o no Garzón quien lidere –que sí la lidera—Izquierda Unida, sea cual fuere el momento anímico del versátil Pablo Iglesias. La izquierda, incluso en los conceptos más tradicionales, necesita establecer sus propios límites y caminos. Hoy, la verdad es que, más allá del 'sorpasso' o no, ignoramos en qué punto se hallan las cosas. Y esto también, como ocurre con la derecha que no quiere moverse, es malo.