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Seis candidatos para conquistar el palacio de La Cibeles y nada nuevo bajo los focos de Tele Madrid. Tampoco dicen nada nuevo las encuestas y menos las que intentan trasladar los datos a nivel nacional a la realidad de cada Municipio. Las cifras de votos conseguidos por cada formación en 2019, actualizados de cara a lo que puede ocurrir el próximo domingo, arrojan una victoria Indudable para la derecha, con la única duda de si José Luís Martínez Almeida necesitará o no a Javier Ortega Smith para la mayoría absoluta.
La presidenta madrileña y el presidente de Castilla la Mancha se han unido de nuevo en sus ataques a la izquierda que representan Podemos y Bildu. Para Isabel Díaz Ayuso y para Emiliano García Page es una necesidad conseguir la mayoría absoluta en las elecciones del 28 de mayo. La primera sabe que va a ganar y que va a gobernar pèro quiere hacerlo sin la mlestia de Vox; el segundo cree que los votos que necesita para mantener se e el poder tienen que llegar de aquellos que rechazan tanto al PP como al Gobierno de Pedro Sánchez.
Cinco mítines de otros tantos candidatos a la presidencia de la Comunidad de Madrid demostraron, de nuevo, que la palabra debate no refleja lo que se vió en la televisión madrileña en la noche del martes. Encorsetado temáticamente en bloques y bien llevado por el presentador, lo que hicieron desde Isabel Díaz Ayuso - que iba a defender el título y lo defendió - a Alejandra Jacinto -que era la principiante y se le notó - pasando por Mónica García -que quiso y no pudo ejercer de líder de la oposición- hasta Rocío Monasterio - que tenía la obligación de atacar a la izquierda y a la presidenta pero sin pasarse y lo consiguió- para terminar con el candidato del PSOE, Juan Lobato, -que se disfrazó de notario o registrador de la propiedad para imitar en un mal estudiado gesto al “caballero de la mano en el pecho” de Doménicos Teotocopoulos- todos y cada uno de ellos se limitó a leer lo que ya se habían aprendido con mayor o menor fortuna.
La nueva líder de Ciudadanos, Patricia Guasp, intenta una misión casi imposible, la salvación de su partido como fuerza política declarando que el liberalismo es un patrimonio exclusivo del centro y que ellos, los “ciudadanos” son el centro. Dos mentiras en una nota que denotan que su historia y su futuro están lejos de su voluntad.
Lo más positivo en estos días de agitación política y nervios en todos los partidos, ha sido el acuerdo entre la patronal que dirige Antonio Garamendi y los dos sindicatos que lideran Unai Sordo y Pepe Alvarez. Acuerdo necesario que debe tranqulizar a las dos partes en loos tres próximos años y que elevarán los salarios en un diez por ciento, en tres fases. Un ejemplo útil que deberían seguir Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. El resto de formaciones, también.
La fecha límite es el 28 de mayo, hasta entonces el Gobierno de Pedro Sánchez no va a parar de lanzar ofertas de todo tipo y hacia todo tipo de personas, desde los más de cien mil pisos para satisfacer una demanda creciente pero que no consigue el ahorro o la hipoteca suficiente, hasta las vacaciones y financiación para sus proyectos a los más jóvenes. Ahí está el “nicho electoral” que puede salvar a la izquierda. Los mayores de sesenta tienen cronificado su voto, y entre los 40 y los 60, lo que antes era amplia clase media ahora se ha quedado en tierra de nadie, con dudas entre lo que hay desde la izquierda y lo que puede venir desde la derecha.
Se trataba de un episodio de guerra electoral con declaraciones previas por parte de los contendientes. El escalafón del protocolo sirvió para utilizarlo como bengalas de aviso entre la Presidencia de la Comunidad de Madrid y el Gabinete del Ministerio de la Presidencia. Isabel Díaz Ayuso le ha dado una gran bofetada a Pedro Sánchez en la cara de Felix Bolaños. Mal para el PSOE del candidato Juan Lobato que no acierta a explicarse la metedura de pata organizada desde del complejo de La Moncloa.
Sin la nostalgia que envejece la memoria y la distorsiona, contemplar el panorama de dirigentes públicos que existe hoy en la política española me conduce al pesimismo cuando de pensar sobre el futuro de este país se trata. Las burocracia internas de los partidos han ido cercenando las posibilidades de acuerdo y regeneración de las instituciones que tanto necesitamos, desde la Corona al más pequeño de los Ayuntamientos. Sirve el tiempo, tal y como le servía a Proust o a Toynbee, para confirmar que las vidas personales se marchitan al igual que las políticas y que las civilizaciones se nutren para avanzar a estancarse de sus dirigentes. Ni Pedro Sánchez es Felipe González, ni Albertto Núñez Feijóo es José María Aznar, ni Yolanda Díaz nunca podrá ser Julio Anguita. Ni siquiera dos dirigentes tan madrileños como Alberto Ruíz-Gallatrdón e Isabel Díaz Ayuso con comparables en su ambición y osadía.
La presidenta de la Comunidad madrileña está segura de su triunfo en las urnas y de que tras las elecciones del 28 de mayo seguirá ocupando su despacho en la Puerta del Sol. Para Isabel Díaz Ayuso sus adversarios no son Juan Lobato, Mónica García o Alejandra Jacinto, su rival es Rocio Monasterio, por una simple razón: la candidata del PP necesita obtener la mayoría absoluta en la Asamblea, justo todo lo contrario que busca la candidata de Vox.
El parecido, la semejanza del Gobierno del socialista Pedro Sánchez con los de la II República española, sobre todo los últimos, es cada día más evidente. Si aquella Monarquía, más absolutista que la actual, sucumbió por sus tremendos errores, de los que no supo pedir perdón a tiempo y que el pueblo español se lo concediera, la actual de Felipe VI corre el riesgo de recorrer el mismo camino encargado en la figura de su padre y su, como parece, eterno retorno. Y la pregunta que subyace en nuestra España política y social: ¿ Se puede perdonar al Rey Juan Carlos para que vuelva del exilio ?
Empeñados en destruirse como formación política y apoyo de un posible gobierno con el PSOE de Pedro Sánchez, tanto la dirección de Podemos como el difuso universo de Yolanda Díaz, deberían ser conscientes de que si su electorado abandona las urnas, por cansancio de sus enfrentamientos, lo pagarán muy caro a la hora de obtener representación en las instituciones, ya sean Autonomías, Ayuntamientos o el propio Estado.
La permanente campaña electoral de los partidos políticos, con sus correspondientes encuestas electorales semana tras semana, han logrado que España esté prisionera de un grave ataque de nervios de su clase dirigente. Desde Pedro Sánchez a Alberto Nuñez Feijóo pasando por todos los demás todas sus declaraciones y movimientos se basan y se dirigen a las citas con las urnas. Les da igual que se celebren dentro de mes y medio o un año.
Los gozos y las sombras de dos comunistas del ayer, que mueren como apóstoles de las derechas, son la mejor necrológica que se puede publicar en esta semana en la que la Familia Real asiste al mejor de los Inventos religiosos que se le ocurrió a un párroco de 27 años, llamado Luís Lezama, recien llegado al madrileño pueblo de Chinchón. La Pasión de Cristo interpretada por los vecinos. Las vidas de Fernando Sánchez Dragó y Josep Piqué Camps son dos grandes ejemplos de la España de hoy. Bien estaría que la Princesa de Asturias se interesada por las vidas de los dos como si de una lección de historia se tratara.
Viajar a Pekín para convencer al presidente chino de que es necesario que persuada a Vladimir Putin para que Rusia abandone Ucrania y acepte perder la guerra es tan infantil como intentar que un niño pilote un avión de combate. Pedro Sánchez y Emmanuel Macron lo saben y mienten en sus declaraciones. Von der Leyen no cuenta, es apenas un peón en la partida de ajedrez geopolítico que se juega en Ucrania. Ni Rusia puede perder la guerra, ni China puede dejar que la pierda. Si sucediera, ambos países se desmoronarían.
En quince días todos los madrileños sabremos si la izquierda rota de Más Madrid y Unidas Podemos encuentra un pegamento maravilloso y consigue unir sus pedazos en unas listas únicas a las elecciones autonómicas y municipales o si, por el contrario, los herederos múltiples del ya viejo 15-M han decidido luchar entre si hasta que las urnas decidan quién gana y quién pierde. Sabremos si Mónica Garcia y Rita Maestre, representantes de Yolanda Díaz en la batalla del 28 de mayo, ven en con comodidad a Alejandra Jacinto y Roberto Sotomayor, que tienen la obligación, al menos, de mantener los diez escaños en la Asamblea que consiguió Pablo Iglesias.
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