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Los describió en 1940 el irlandes Samuel Beckett cuando tenía 36 años y escribía en francés. Los dos vagabundos esperan cada día y durante dos horas la llegada de un invisible redentor que, también cada día, les envía el mismo mensaje: “ hoy no iré, mañana sí”. Los Vladimir y Estragón de Beckett son nuestros Sánchez y Feijóo de hoy. El rostro del moderno Godot es el de Donald Trump, convertido en el más esperado y tenido de los presidentes norteamericanos de los últimos años. Tanto el presidente del Gobierno como el líder de la oposición esperaban una victoria de Kamala Harris y confiaban en los milagros. Presos de la misma ansiedad con la que Santiago Abascal esperaba la victoria del ya ganador de las elecciones norteamericanas, convertido para sus rivales en el cruel Pozzo de ese teatro del absurdo que representan cada día nuestros líderes políticos.
El presidente de la Generalitat tendría que haber dimitido desde hace días. Carlos Mazón se resiste a hacerlo y deja su continuidad, no en manos de los ciudadanos, que ya están comprobando que la tragedia se va a alargar en el tiempo y que sus vidas han cambiado para siempre, sino en la decisión del presidente de su partido. Alberto Núñez Feijóo ha pedido que sea Pedro Sánchez y su Gobierno quien coja la gestión de la crisis y aparte a su compañero de la misma. Se equivoca, para exigir a Sánchez responsablidades, como lo está haciendo ya su portavoz parlamentario, Miguel Tellado, debe primero alejar al PP de las responsablidades que resultan evidente en la dolosa gestión que se hizo ante el destructivo poder de la DANA.
Sin ojos para ver la realidad de Estados Undos, contentos con las versiones que le llegaban de las dos costas de ese país/continente a través de los medios de comunicación y, a éstos, de las crónicas y análisis de sus corresponsales, la victoria total de Donald Trump ha dejado a la Europa de los 27 estados y en particular a España tan sorprendidos que apenas saben cómo reaccionar ante el inmediato futuro.
Los Presupuestos Generales del Estado que ha elaborado la vicepresidenta María Jesús Montero ya no sirven. Están sin aprobar pero las cifras de inversión, deuda, ingresos, gastos y ese largo etcétera Ministerio a Ministerio se han quedado obsoletas. La tragedia humana de las inundaciones en Valencia tardará meses y años en olvidarse, sobre todo por parte de las familias que han perdido a uno o más de sus miembros. Lo que viene ahora, de forma inminente y con más periodo de tiempo para calcular la enormidad de la desgracia es la tragedia económica, que desde Valencia y esa Comunidad se va a extender al resto de España.
Más de doscientos muertos causados por unas lluvias torrenciales tremendas y unas estructuras urbanísticas mal diseñadas exigen que los ciudadanos reciban todas las ayudas necesarias, pero también que se reconozcan los graves errores cometidos por los poderes públicos y las exigibles dimisiones de los responsables, sean los que sean. No basta con los lamentos, no bastan con las ayudas, basta mucho menos con culpar a la naturaleza y al cambio climático. Tampoco basta con que, ahora, se pida la revisión de los protocolos de emergencia y la necesidad de una mayor coordinación entre los poderes autonómicos y los del estado.
Es más que posible que la tragedia causada por la DANA que ha asolado sobre todo Valencia alcance los doscientos muertos, la destrucción de miles de casas, la destrucción de infraestructuras vitales y, sobre todo la destrucción de su futuro para miles de familias. Lo que no ha destruido, ni parece que lo vaya a hacer en este mismo futuro, es la perversa capacidad que tiene los políticos para atacarse y descargar las culpas, que las hay, muy graves y muy históricas, en el rival de enfrente. Atacarse y llenar de barro sus palabras, sin que ese mismo barro se vea en sus manos.
La distorsionada pasión por el sexo de Iñigo Errejón ha activado el “salvase quien pueda” dentro del magma político de Sumar. No es fácil dirigir, administrar y coordinar un grupo con 8 siglas en su interior, todas diversas y unidas por un débil hilo de izquierdismo frente a la malvada derecha.
Sin Presupuestos no llegarán las ayudas de Europa. Sin Presupuestos no se podrán atender las necesidades básicos de los ciudadanos en materias de sanidad, educación, pensiones y paro. Sin Presupuestos no se podrá negociar con las Comunidades autónomas, sean del color político que sean. Sin Presupuestos es imposible alargar la Legislatura hasta el año 2027. Por eso, el gran objetivo que Pedro Sánchez les ha fijado a sus ministros, y en especial a la vicepresidenta y titular de Hacienda, María Jesús Montero, y al titular de Economía, Carlos Cuerpo, es lograr que se puedan llevar los Presupuestos al Congreso con, al menos, 176 votos asegurados.
Será la justicia la que decida la responsablidad penal de Iñigo Errejón tras las denuncias de agresión sexual y violencia machista que se han fórmulado contra él y que le han llevado al abandono de la política. Era, hasta ayer, el chico bueno de aquel sueño universitario que fue Podemos, mientras que Pablo Iglesias, que le ganó en todas las Asambleas y Congresos de la formación, era el malo.
La vida del presidente del Gobierno no sería hoy igual sin la presencia y actuación de dos mujeres, que nada tienen en común, que no viven en el mismo país, con pasados culturales y profesionales diferentes, pero que en este final del mes de octubre de 2024 le amargan y le endulzan su vida política y personal a cada minuto.
La táctica del presidente del Gobierno y secretario general del PSOE - inseparables ambas caras de la moneda socialista -frente al lider de la oposición y presidente del PP es tan vieja como la humanidad misma. Se centra en el “divide y vencerás” al enemigo. Si lo consigues, claro. Pedro Sánchez ya ha decidido dar un paso más en esa dirección y coloca a Isabel Díaz Ayuso como la “jefa” de su jefe, que es Alberto Núñez Feijóo. Se siente más cómodo atacando a la presidenta madrileña desde el exterior del Congreso, que debatiendo con el parlamentario y jefe de filas de la derecha, que es Feijóo.
Han pasado 2.157 años desde que el poblado soriano de Numancia fuera conquistado por los romanos. Les costó 20 años derrotar a sus habitantes, con ejércitos y generales y tribunos que se estrellaban contra sus muros de pìedra. Hoy, aquella resistencia da nombre a las guerras y batallas que se consideran perdidas, y que terminan con los vencidos suicidándose antes de ser vendidos como esclavos. La Numancia de este Gobierno y del PSOE es hoy el palacio de La Moncloa, con Pedro Sánchez en el papel de Megara, como jefe de uno de los clanes celtíberos, y Alberto Núñez Feijóo como el caúto general Escipión, que decidió que la mejor forma de vencer no era entrar en batalla- como habían hecho sus antecesores- sino cerrar la ciudad y dejar que el hambre y la enfermedad acabara con sus habitantes. Lo consiguió en el año 133 antes de Cristo.
Más que nunca el Secretario General del PSOE y Presidente del Gobierno necesita que su partido esté unido, con una “hoja de ruta” común para los próximos tres años - sobre todo para este 2025 que está a punto de ”caerle” encima - y que esté dispuesto a defenderle, a defender a su Gobierno y a defender a su mujer, sin que el orden de estos factores altere el resultado final del mismo. Pedro Sánchez tiene cuarenta días para lograrlo, los que faltan para que el Congreso Federal del partido le traslade, en vivo y en directo, sus opiniones.
Tiene que esperar al Congreso Federal de noviembre pero Juan Lobato ya sabe que tendrá rivales para, en las siguientes semanas, luchar por mantenerse la frente del PSOE madrileño. A un seguro rival ya lo conoce y le venció, el alcalde de Fuenlabrada, Javier Ayala. Los otros dos pueden y casi seguro serán la concejala Emma López y el Delegado gubernativo, Francisco Martín Aguirre; con la ex ministra Reyes Maroto, hoy portavoz socialista en el Ayuntamiento de Madrid, de comodín para casi todo.
Este jueves, 10 de octubre, sale a la venta la autobiografía del ex premier británico Boris Johnson, obligado a dimitir por sus “fiestas privadas” en el domicilio familiar del número 10 de Downing Street durante la pandemia del Covid 19. El siempre polémico dirigente del Partido Conservador habla de su vida y de la vida de los demás, incluida la de Isabel II. Con el mismo desenfado con el que dirigió la política británica. Su título, “Desatado” no puede ser más acertado y más aplicable al Rey Juan Carlos tras el viejo escándalo - convertido en nuevo - de sus relaciones con Barbara Rey hace ya más de 30 años, cuado él tenía poco más de cuarenta y la actriz y vedette rondaba los veinticinco. No se habían visto las fotos, ni se habían escuchado los audios, pero la relación era ampliamente conocida por todos, desde la élite política y económica al llamado pueblo llano.
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