|
Lo mejor que podía hacer José Luís Rodríguez Zapatero en Venezuela era seguir los pasos de su antecesor en la Secretaría General del PSOE y en la presidencia del Gobierno. También como miembro destacado de la Internacional Socialista, uno de los mayores lobbies económicos desde hace 70 años tras su fundación en Fráncfort en 1951 y cuya presidencia ostenta en este agosto de 2024 Pedro Sánchez. El cargo ejecutivo más importante, que permite entender la estrategia que la IS ha seguido desde la presidencia del alemán Willy Brandt, es el de Secretario General, que ostentó durante 23 años el chileno Luís Ayala. Han cambiado los presidentes, pero él se mantuvo dentro del aparato para mantener la conexión de los múltiples tentáculos con la cabeza del cefalópodo.
El presidente del Gobierno ya sabe, al igual que lo sabe todo el PSOE y sus distintos líderes regionales, que el Partido Popular, con Alberto Núñez Feijóo al frente, no va a descansar en sus ataques y en todos los frentes posibles, desde los casos judiciales más personales o partidistas, hasta los grandes temas que agobian a la Europa de estos días, que son tres: el resultado de las elecciones americanas del próximo noviembre, que se harán notar en las relaciones financieras, mercantiles y militares; la necesaria conferencia de paz que ponga fin al conflicto armado en Ucrania, que no a ningún acuerdo que santifique la parte ganada por Rusia en el Donbás y que le permita unirse por tierra con la “reconquistada Crimea”; y la obligada respuesta europea a la incesante llegada de migrantes a sus costas, especialmente, para nuestra desgracia, a las españolas.
Es en África, al que va a viajar Pedro Sánchez, donde se encuentra “el corazón de las tinieblas” que narrara de forma tan dura como magistral Joseph Conrad hace 125 años. El mismo territorio que sufrió la explotación de sus riquezas y el asesinato de millones de sus habitantes es el que ahora envía a la Europa de la riqueza y la cultura democrática a miles de jóvenes en busca de un futuro.
La gran ofensiva del Partido Popular contra el Gobierno de Pedro Sánchez ya tiene fecha: comenzará el próximo seis de septiembre y terminará cuando el actual presidente del Gobierno se rinda y abandone o se alargará hasta las próximas elecciones generales, que de cumplirse la Legislatura serán a mediados de 2027. Sin treguas, sin conversaciones de paz. Se trata de vencer para llegar a La Moncloa lo antes posible.
Ya hemos llegado al bolsillo. Sobran las ideologías, la historia de nuestra actual democracia y las acusaciones contra el Gobierno por haber avanzando en los acuerdos fiscales con Cataluña. Todos los presidentes autonómicos quieren lo mismo, desde Isabel Díaz Ayuso a Emiliano García Page. Quieren manejar su propia hucha y pactar con el Gobierno central, ya sea el actual o los que vengan, la parte proporcional que les toca para cubrir las necesidades comunes del Estado. Es dinero, esa capacidad de decidir sobre sus ingresos y sus gastos. Así de fácil por más vuektas que les quiera dar María Jesus Montero y todos aquellos que aún defienden la centralidad como la única forma de tener un estado fuerte.
Aparece y desaparece como los ojos del rio Guadiana. Cuando no se la ve, se la intuye. Era y es un ejemplar político de difícil encaje en la estructura de cualquier partido. Se define liberal pero es de derechas sin adjetivos. Antes lanzaba sus diatribas desde el Congreso, el Senado o la Asamblea madrileña. Ahora lo hace desde su condición de contertulia en programas de televisión. Era y es Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, los apellidos son muy importantes, que al igual que hacen Mariano Rajoy y José María Aznar desea que le reconozcan sus méritos y le perdonen sus deméritos.
Las consecuencias por las revelaciones hechas por el Wall Street Journal y seguidas por la televisión alemana y Die Zelt van a cambiar la actual situación en Ucrania, con su ofensiva sobre territorio ruso, e incluso la situación dentro de la Unión Europea y de la OTAN, sobre todo entre Alemania y Polonia y sus respectivos gobiernos. También en los comportamientos de Suecia, Dinamarca y Noruega.
Sin las redes sociales y su expansión incontrolada e incontrolable sería inútil intentar explicar la existencia de Alvise Pérez y su éxito en las pasadas elecciones europeas. Tres diputados para una formación que tomó el nombre de una frase que bien podía ser el estribillo de un perreo musical, pero no. La fiesta no se ha terminado, apenas está en sus inicios. Jolgorio para unos y pesadilla para otros. Su última ocurrencia: subastar en las redes su sueldo como parlamentario europeo y desafiar a Irene Montero a que haga lo mismo.
Terminada la primera fase de la batalla politica en Cataluña, con Salvador Illa sentado al frente de la Generalitat y Carlos Puigdemont refugiado de nuevo en Waterloo, no se me ocurre mejor forma de entender todo lo ocurrido que recurrir a la vieja sabiduría popular que existe y sobrevive lejos de los ruídos de las dos grandes capitales de esta España, tan convulsa por los ataques epilépticos que parecen sentir muchos de los dirigentes politicos, como por la certeza de que los cambios. que ya se han producido y los que van a llegar con el otoño, están siendo difíciles de asimilar por ese poder que se creía eterno.
Los dirigentes del Partido Popular se siguen equivocando en su estrategia política contra Pedro Sánchez. Errores sucesivos que terminan llevando a la mitad de los españoles que votan al desencanto y la abulia, por más oportunas encuestas electorales que les pongan delante de los ojos. No hay cita con las urnas en el horizonte, y hacer y publicar sondeos de opinión, y hasta atribución de escaños, es un ejercicio de autocomplacencia que en nada ayuda en la toma de decisiones.
Le dieron media hora para aparecer, recorrer unos metros rodeado por los más fieles de los suyos, echar un pequeño discurso de hola y adiós, gritar Visca Catalunya Lliure y salir corriendo del escenario para desaparecer de nuevo camino del autoexilio. Carles Puigdemont ya sabe que ha perdido frente al Estado, pese a que algunos poderes del Estado no sepan o no quieran saber y reconocer esa derrota. Todo lo que ocurra a partir de la mañana del 8 de agosto de 2024 en Cataluña y en España será otra historia.
Mantienen su hoja de ruta por encima de sus diferencias coyunturales y sus enfrentamientos personales. Les interesa volver al principio y eso es lo que les exigen desde la distancia de Bruselas y Washington, sus “amigos” de la derecha y la izquierda. El PSOE, con Sánchez o sin Sánchez, debe desprenderse de la molestia que tiene a su izquierda; y el PP, con Feijóo o sin Feijóo, de la molestia que tiene a su derecha.
El mayor escapista de todos los tiempos no murió ahogado durante uno de sus trucos. Murió en el hospital por una peritonitis. Creía en la existencia de lo paranormal y en los espíritus. Para confirmarlo, pactó con su mujer un código secreto de diez palabras para que, si a través de un medio le decían que habían contactado con él tras su muerte, esas diez palabras confirmarían si era verdad o una estafa. Bess, que además de su mujer había sido su ayudante en los espectáculos, esperó durante diez años con una vela encendida junto a un retrato de Houdini mientras diversos médiums invocaban su espíritu. Ninguno lo consiguió, el código secreto no tuvo que ser utilizado y Bess apagó la vela de un soplido.
Si una imagen vale más que mil palabras, la fotografia de Eduardo Parra para Europa Press resume mejor que todas las declaraciones de los revueltos dirigentes del PSOE la situación que ha generado el pacto con ERC. El presidente del Gobierno mira con ironía a una cabizbaja y desalentada vicepresidenta y ministra de Hacienda mientras caminan al frente del resto del Gabinete. A Pedro Sánchez se le ve seguro, sin que aparentemente le importen las críticas que le están haciendo sus barones territoriales. A María Jesus Montero, por el contrario, la contracción, la mueca amarga de los labios le evita que las palabras que saldrían de su boca le golpearan a su jefe como un buen puñetazo en el rostro.
Sólo el interés personal y la falta de un auténtico proyecto para el futuro de España explican las posturas de socialistas como Emiliano García Page o Felipe González ( que abrió la primera de las brechas para la reforma constitucional) ante los pactos de Pedro Sánchez con Pere Aragonés de cara a la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat. Es tan oportunista e interesado como lo han sido todos los pactos desde hace 40 años. Se busca el desgaste del adversario por encima de cualquier otra consideración.
|
|
|